Desde hace una semana el barrio Las Flores cuenta con una biblioteca. Todavía no
tiene nombre, le falta mobiliario y libros, pero le sobra entusiasmo para crecer. El nuevo espacio
funciona en una sala cedida por el Centro Crecer Nº 7, de España al 6700; y lo más importante:
surgió de un proyecto de los estudiantes de la Escuela Técnica Nº 407. Los jóvenes aseguran que "no
es sólo para los alumnos (de la 407), sino para todo el que tenga ganas de leer y buscar
material".
Apenas se ingresa al centro municipal se escucha el ensayo de "Los hermanos Contreras", un grupo
folclórico por Adriana, Walter y Agustín, todos muy jóvenes, que quieren agasajar la iniciativa. Y
desde la sala destinada para ser usada como biblioteca, Alexis, de 15 años y que terminó 3º del
secundario, hace sonar la cumbia. Leo, también estudiante de la técnica, es el encargado de dar
detalles del emprendimiento: "Todos ayudaron para lograr la biblioteca, es una muy buena idea que a
todos les gusto".
El proyecto es parte del trabajo que profesores de esta escuela discutieron en el "Trayecto de
formación para escuelas secundarias". Se trata una instancia de formación del Ministerio de
Educación santafesino orientada a que los educadores y alumnos se puedan involucrar en una
propuesta comunitaria y juvenil.
Entre tantas necesidades surgió la idea de la biblioteca. "Es que en la zona no hay", justifica
un grupo de adolescentes muy entusiasmado con lo hecho. Y enseguida comienzan a describir que en
varias cuadras alrededor del Centro Crecer no hay una sala como la que acababan de iniciar. De
hecho, la Técnica 407 funciona en el mismo establecimiento que la Primaria Nº 756 (Caña de Ambar al
1600), aquella donde Pocho Lepratti desplegara su práctica solidaria.
"Hemos corrido con el tiempo para llegar con la inauguración, todavía nos falta organizar el
funcionamiento, pero lo importante es que el barrio ahora cuenta con un espacio que no tenía",
resalta con alegría el profesor Eduardo Matuc.
Los primeros libros llegaron de donaciones, y mayormente del Ministerio de Educación. Por ahora
es una biblioteca a secas, pero la idea es llevarla a la categoría de "popular" con el tiempo. Eso
implica garantizar cierta regularidad en la atención, horas y volúmenes a ofrecer, tal cual lo pide
la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip).
La profesora de biología Mónica Eujanian también adhiere a las palabras de su colega de trabajo
y destaca "el empuje que pusieron los chicos para cumplir con esta meta". En la charla con docentes
y jóvenes quedó claro el deseo de habilitar también talleres.
La pequeña sala se agranda con la música y buena onda que ponen los chicos. Están algunas mamás,
invitados de un centro de jubilados del barrio, y por supuesto no faltan pizzas, empanadas y
gaseosas para festejar la ocasión. Cuando son invitados a sacarse la foto que acompaña esta
crónica, todos toman un libro en mano. Están Leo, Taiana (con su hermanita de pocos meses en
brazos), Ezequiel, Xiamara, Elisabet, Anabella y Jonatan, y alguno más que entra y sale de la sala.
Muestran su alegría. Al fin y al cabo saben que la biblioteca es un espacio multiplicador de nuevas
oportunidades.