—Hace 15 días que una señora amiga carece de servicio de Internet (que usa
para trabajar) de la prestadora Arnet-Telecom. A pesar de haber pagado religiosamente todos los
meses, el servicio ha sido suspendido. Decenas de llamadas y nadie da una explicación, ni tampoco
se reactiva el servicio. Esto es posible sólo en un país en donde ciertas empresas funcionan como
se les antoja mientras el gobierno, o ciertos funcionarios, miran para otro lado.
—¿Y por qué miran para otro lado?
—Una amiga de mi hija dio de baja el servicio de Arnet, no le respetaron de
inmediato el pedido y todavía le siguen enviando la factura, a pesar de que ni siquiera tiene línea
de teléfono en su nuevo domicilio. Tan bien funciona esta prestadora y Telecom que en sus facturas
dice (y lo tengo ante mi vista): "Según la ley 25.561 la relación de cambio es un peso igual un
dólar". Se ve que Telecom-Arnet funciona aún (en todas sus modalidades y costumbres) en un todo de
acuerdo con el país de Cavallo.
—Y de acuerdo con el país K., porque si a pesar de todas las protestas de
cientos de miles de usuarios, el gobierno no puede poner fin a la falta de prolijidad y servicio
eficiente, es porque el espíritu del pasado revolotea por la Nación y aquí todo es pura cháchara
para la gilada: cambian los actores, pero el guión de la película es siempre el mismo.
—Ahora, señores, lo más lindo es lo siguiente: según parece las zonas se
siguen repartiendo: donde opera una compañía no puede operar la otra. Si a usted no le gusta el
servicio de una empresa no puede acceder al de otra. Señores del gobierno: ¿ustedes podrán explicar
por qué se sigue manteniendo el plan de Menem, al que ustedes tanto defenestran?
—Pregunto: si el Estado quiere hacer las cosas correctamente y diferenciarse
¿por qué no fomenta la incorporación de otras empresas de telefonía serias y responsables, para que
se acabe el monopolio imperante, convenientemente disfrazado?
—He llamado, personalmente, al número 0800 de la Comisión Nacional de
Comunicaciones de la Nación, teléfono en el que se reciben denuncias. Como corresponde a este país,
atiende una máquina a la que lo único que le hace falta requerir al usuario es grupo sanguíneo,
peso y color de ojos. Es decir, a uno lo amansan de entrada con técnicas de burocracia.
—Ahora le voy a mandar un mensaje, por esta vía, al señor presidente del
bloque oficialista, diputado Agustín Rossi.
—Seguirá en Ecuador hoy, junto con la señora presidenta.
—Bueno, que se lo haga llegar algún amigo o asesor: ¡Qué se redacte una ley
terminando con el monopolio telefónico en este país, que se sancione y se promulgue! Que se
convoque a otras empresas a competir en el mercado argentino en materia de telefonía.
—¿Por qué no se hace?
—Reitero la pregunta: ¿por qué no se hace?
—¿Por qué donde funciona una empresa no puede funcionar otra?
—¿Por qué señores gobernantes?
Candi II
candi@lacapital.com.ar