Después de un mes y medio se pudo jugar un clásico entre Rosario Central y Newell’s en los
torneos de la Rosarina. Y la tarde finalizó como tiene que ser, con una fiesta deportiva, donde los
protagonistas se dedicaron a jugar, dejando todo por sus colores. El público por primera vez
después de tanto tiempo mostró madurez, respeto y disfrutó del derby más importante de la ciudad a
pesar que el encuentro se debía jugar a puertas cerradas. Pero la buena predisposición para que
todos puedan vivir un partido en paz tuvo en los coordinadores José Pascuttini y Jorge Theiler, y
el árbitro Cristiían Ferreyra como los responsables, ya que aceptaron que unas cien personas lo
presencien en Cosecha. El cotejo tuvo un operativo de diez policias, pero terminaron como
espectadores de lujo. Ah! Salieron 1 a 1.
Otra vez se volvían a ver las caras canallas y leprosos. Ambos llegaban
de la mejor manera, punteros en sus respectivas zonas. A esto hay que agregarle que los dos jugaron
con nuevos planteles, ya que tanto Central como Newell’s realizaron depuraciones de aquellos
jugadores a los que por su edad se les debía hacer contrato.
Con ese panorama se jugó el clásico de la Rosarina. La primera mitad fue
pareja y los dos llegaron con peligro sobre los arcos. Pero Newell’s, en un tiro libre a los
31’, se puso al frente del marcador con un soberbio zapatazo de Franscisco Ñañez, quien
venció la estirada del golero canalla. Así se fueron al descanso.
En la etapa final el auriazul salió decidido a igualarlo y lo consiguió
a nueve del final con una arremetida del Melli Ezequiel Lazo, quien de cabeza pudo derrotar a
Germán Jaime, la figura de la tarde. El final llegó y todo terminó en paz. Canallas y leprosos
demostron una vez más que el fútbol es una fiesta y no un drama. l