El partido entre San Martín (T) y Central ya tenía su valor futbolístico incorporado. No necesitaba de voces ajenas que calentaran la previa. Tampoco de discursos fuera de lugar que mutaran un choque entre dos equipos que buscan evitar la promoción en la batalla de Tucumán. Las declaraciones públicas del gerenciador Roberto Dilascio les hicieron mucho daño a la salud del fútbol y dejaron muy malheridos a los hinchas tucumanos. Porque acusar, sin pruebas a la vista, al árbitro Sergio Pezzotta de mala persona, de hincha de Central y de beneficiar intencionalmente con sus fallos a los canallas, instalaron un clima de alta tensión muy fácil de percibir en las calles de esta ciudad. A cada paso brota una pregunta relacionada al encuentro que se disputará en La Ciudadela. A tal punto que muchos de los simpatizantes del Santo conviven con ciertos fantasmas por todo lo que se generó en la antesala de un enfrentamiento que maneja los mismos códigos de una final.