Rosario Central ya cubrió sus necesidades básicas en el retorno a la máxima categoría. Con los 50 puntos que atesora está por encima de la línea de pobreza y garantizó la permanencia que tanto cuesta cuando en el promedio hay que dividir por una sola temporada. Es cierto que hace un par de fechas los números indicaban que había margen para ilusionarse con algo más. Fue sólo eso. Una esperanza que se desvaneció. Porque en el momento en que el equipo quiso comer platos más elaborados y sentarse a la mesa de los postulantes al título no supo cómo agarrar los cubiertos del protagonismo. Lo suyo en esta ocasión pasó por el puchero, la polenta y algún bife a la plancha. Así consiguió los kilos necesarios para zafar con cierta holgura en la tabla del miedo. Igual las jornadas que restan, la de hoy ante Racing y el cierre del próximo fin de semana recibiendo a Argentinos, tienen un incentivo extra, que es conseguir la vuelta del club auriazul a un torneo internacional como la Copa Sudamericana. Un objetivo factible si el Canalla es prolijo en las últimas dos curvas del campeonato. Depende de Central.