Central sufrió un claro retroceso y lo pagó con una derrota ante River
Deberá madurar de nuevo para reacomodarse, en un torneo que le da margen. Una sensación que flotó en el triunfo del debut con Quilmes, y mucho más en la derrota, clara, de anoche con River 2 a 0.
18 de agosto 2014 · 01:00hs
No se llama así, pero parece que de esa manera será recordado este campeonato. De transición. Y tal mote sugiere un contexto que a este momento de Central le da un guiño de conveniencia. Porque, se percibe, justo cuando este proceso que ya lleva dos años y pico debía ponerse en condiciones de dar un salto de calidad, se notó claramente un retroceso futbolístico. Un paso atrás al que se verá cuánto tiempo le lleva a Russo que sean dos adelante, si eso es posible. Una sensación que flotó en el triunfo del debut con Quilmes, y mucho más en la derrota, clara, de anoche con River 2 a 0 en el Monumental. Inconveniente, por cierto, porque se supone que un ciclo cuando empieza a perpetuarse es porque viene dejando algo pero debe ir en ascenso, aunque sea leve, para no estancarse. Pero lo dicho, el particular torneo en disputa permitirá que el margen se agrande y con ello la tolerancia. Nada mejor para un equipo que de nuevo precisará mucho trabajo para reposicionarse.
La ecuación es simple. Hoy por hoy, los que reemplazaron están debajo de los que se fueron, o de los que no pudieron arrancar el torneo por lesión. Encina se extraña, mucho más Méndez y Carrizo. El Pachi acaso sea el paradigma para explicar este momento, una manera de entender a qué se enfrenta Central. Mucho costó su maduración, años, y para que su ausencia se disimule, a Russo parece no quedarle mucho más que aguardar que tanto Jonás Aguirre como Pablo Becker, con más oportunidades encima, no demoren lo mismo. Anoche al menos, quedó claro que les falta.
También el caso Nery Domínguez merece un llamado de atención, porque ese mensaje dejó el mismo Russo con su exclusión en el entretiempo. Fue cuando priorizó, luego de un paupérrimo primer tiempo de toda la estructura defensiva, la marca mano a mano desde Musto hacia atrás y por los laterales. Pero no representa una buena señal que un volante que, si bien no explotó en primera como lo había hecho en la B Nacional, sí era titular inamovible. El volante que llegó de Olimpo nunca impuso presencia y esa movida no resultó.
Como tampoco la de Becker. Ningún indicio más claro del problema que afronta un técnico cuando decide un cambio antes de la media hora por una cuestión táctica. Y mucho más cuando en verdad fue evidente que el mayor problema lo tenía por el sector opuesto de Medina, quien trataba hasta ahí de hacer su trabajo, en un puesto que no le es ajeno aunque sí no es natural.
Barrientos tampoco pudo sintonizar y siempre, siempre, Niell y Abreu quedaron lejísimos. Sólo asistidos en el clásico pelotazo largo al uruguayo, irresoluto además, o en alguna trepada de Delgado, como cuando habilitó al Enano y Chiarini le cometió un claro penal que, paradójicamente, pudo darle el empate a Central. Así también es el fútbol.
Pero ese árbol no debe tapar el bosque. River le ganó bien. La mejor noticia fue que lo dejó vivo hasta los 34' del segundo tiempo cuando Pisculichi ya no le dejó nada más por hacer. Hasta los que no se equivocan, se equivocaron feo al final como Caranta y Berra, un reflejo más de en qué cono de sombras se metió Central anoche. Nada que no pueda ser mejorado, ninguna madurez que no pueda llegar más temprano que tarde. Se intuye, sí, que Central volvió a meterse en una etapa de transición cuando debía crecer, en un túnel del tiempo, y deberá invertir mucho de él para acomodarse de nuevo. Lo mejor es que hoy, en una cultura de fútbol casi siempre urgente, hay menos urgencias que nunca.