Rosario Central necesita encontrarse. Precisa conocer su identidad, su pedigrí, su genealogía. No puede dilatar mucho estos cuestionamientos internos porque el tiempo pasa, el torneo ofrece oportunidades de prueba y la Copa Argentina continúa entregando guiños de complicidad desde no tan lejos. El conjunto de Miguel Angel Russo debe sincerarse y despejarse de pretensiones desmedidas. Sin rodeos. Tiene que saber si es el equipo aplicado, laborioso y eficaz que impuso condiciones con autoridad en el clásico, o si es esa puesta en escena dubitativa, endeble, repleta de imprecisiones que se evidenció en Córdoba en la fecha anterior. Si puede repetir el planteo ambicioso, con velocidad y pelota al pie de los rapiditos que se florearon contra San Lorenzo, o si su juego se reduce indefectiblemente a las pelotas largas y a buscar segundas instancias cada vez que ingresa el Loco Abreu. Por eso el choque de esta noche, a las 20.45, ante Atlético de Rafaela, en el Gigante de Arroyito, representa un auténtico examen de conciencia en un momento clave.