Fue una verdadera rareza ver a Central deambulando en el enorme Mario Alberto Kempes y esperando que suene el pitazo final para que terminara el martirio. Instituto estaba tres goles arriba y se floreaba frente a un conjunto auriazul que prácticamente pedía clemencia futbolística. Es que ayer el canalla perdió la compostura de principio a fin y fue superado ampliamente en todas las líneas. Esto jamás había ocurrido con tanta crudeza en la era Pizzi. Pero enfrente estaba, sin dudas, el mejor equipo del ascenso. Así Central sufrió los garrafales errores propios y además padeció el juego efectivo y vistoso ajeno. Un cóctel letal, que deberá remediarse en una semana que será dura de cara al choque del lunes que viene ante los jujeños. Porque además de la goleada vieron la roja Medina y Monje. Nada está perdido ni mucho menos, pero hay errores individuales y colectivos que se deben mejorar para mantenerse en la pelea. Por supuesto que lo de ayer fue un sopapo ante un rival directo.