Central no fue inteligente, y lo pagó caro. No fue astuto, y tropezó en un momento inoportuno. Planteó un duelo de ida y vuelta con un Lanús que hizo gala de su oficio y sacó ventaja con la influencia de sus nombres propios. En un marco de permanentes emociones, el equipo canalla quedó atrapado entre sus chances dilapidadas, su mandíbula frágil y sus limitaciones estructurales. Por eso, el 2-1 en contra refleja en cierta medida las diferencias de recursos y potencialidades.
El primer tiempo fue puro vértigo. Los dos propusieron un duelo golpe por golpe que desembocó en un choque atractivo.
Central llegó, Lanús también y el principal beneficiado fue el espectáculo. Es que ambos fueron generosos en sus propuestas y a la vez expusieron ciertas flaquezas en defensa.
En ese combo, de chances a granel, el marcador empezó a quedar a merced del más eficaz. Y allí falló el local en la primera etapa. Porque encontró facilidades para trepar por las bandas y para arrimar peligro al arco de Ibáñez.
A los 10' lo tuvo Encina desde lejos. A los 13' Ferrari cruzó un disparo venenoso. A los 14' otra vez Encina, pero Ibáñez sacó por arriba. Y a los 20' un cabezazo de Donatti tras un córner dieron cuenta que Central tuvo chances pero fallaba en la última puntada.
Lanús era más ortodoxo para armar sus ataques y complicó con paciencia y aprovechamiento de los espacios. También le sacó jugo a los centrales canallas, que no tuvieron una buena tarde. Había muchas vacilaciones en el fondo local y la picardía de Romero, el oficio de Silva, y el criterio de Ortiz y Somoza se tradujeron en acciones de riesgo. Por eso no extrañó que a los 34’ Araujo habilitara dentro del área a Romero y éste definiera con clase por debajo de Caranta.
En el complemento, la visita arrancó mejor parada, pero Romero canchereó y desperdició dos claras. Y a los 8’, un cabezazo de Martínez extendió la ventaja granate. Parecía cosa juzgada, pero Central sacó fuerzas de sus propias debilidades y trató de volver a la batalla con más corazón que ideas.
Las variantes forjaron un cambio de imagen. Una muestra fue el descuento de Acuña, que transformó en gol un centro de Barrientos. Con esa conquista, el canalla se metió de lleno en el trámite y estuvo cerca de lograr la igualdad.
Aunque también es cierto que pudo recibir más goles. Incluso Donatti y Ferrari sacaron dos pelotas sobre la línea. Es que Central siguió sin defender bien, pero en ataque tuvo las suyas.
En los 20’ finales, Central acorraló a Lanús y merodeó la igualdad con una entrada de Ferrari por derecha, un disparo de lejos de Barrientos, y hasta tuvo un gran tiro libre de Delgado que reventó el ángulo. También hubo un gol bien anulado por offside de Valencia.
Quedó claro que pudo ser una parda. Pero el premio mayor se lo llevó Lanús porque tiene más claro su libreto, cuenta con más y mejores herramientas, y en el golpe por golpe se vio beneficiado por cuestiones lógicas de peso específico.
Central dejó todo. Expuso su corazón y hasta sus contradicciones. Y se quedó con las manos vacías porque concretó muy poco de lo que generó. Y porque atrás fue un desgarrador gigante de dudas.