Cuando se juega mal difícilmente se gane. Central lo vivió anoche en carne propia. Porque con el punto dio un pasito corto. Pero retrocedió en otros aspectos. Tal vez de la cabeza por no haber estado a la altura de las circunstancias ante un Olimpo que hasta le dio la chance de jugar más de 75 minutos con un hombre de más. Y con eso tampoco pudo el Canalla, que apenas consiguió algo de alivio con ese cabezazo de Ruben para que el empate maquillara, sólo en parte, la flaquísima puesta en escena. Un 1 a 1 chato, que no da para festejar. Sí para pensar.
Cuánto le costó a Central meterse en el partido, jugarlo. Ni hablar de dominarlo. Esa fue una tarea con un grado de dificultad pronunciada. Insospechada para lo que Coudet tenía en su cabeza y había imaginado. Es más, ni siquiera con la expulsión del irresponsable Quiroga (14’) el auriazul pudo moldear el juego en ese primer tiempo que tuvo poco y nada de funcionamiento efectivo. El ejemplo de recordar que el primer tiro al arco por parte de Central fue a los 40’, con un tiro libre de Donatti (Champagne envió al córner) alcanza y sobra para graficar cómo venía la noche bahiense.
Hasta ese momento Central se había ido en amagues. Porque la tarea de encontrar los huecos fracasó. Tal vez por la confusión en la que entraron los jugadores a partir del roce, aunque mínimo, y las amarillas de Pitana, que por ese entonces eran una constante.
Es cierto que sufrió poco (apenas un remate de Acuña tras un buen enganche que dejó parado a Donatti), pero igualmente a esa fisonomía de equipo que le faltaba de mitad hacia arriba también lo perseguía la falta de solidez en el fondo.
Apagados Lo Celso y Cervi, asilados Ruben y Herrera y con poca profundidad por las bandas, Central fue presa fácil de un Olimpo que se reagrupó tras la roja de Quiroga, con el criterio mínimo e indispensable para complicarle la vida a un Central que tuvo la vista tan nublada como la noche.
El cambio debía darlo Central. Olimpo estaba demasiado cómodo con lo que estaba ocurriendo hasta ese momento. Y tras ese retorno de los vestuarios no sólo la cosa siguió compleja, sino que se oscureció aún más. Porque cuando nada pasaba, nadie agredía y nadie jugaba, el local sacó una jugada de la galera.
De una pelota parada, como suele suceder en los partidos tan cerrados. Tras el córner y un despeje defectuoso, Figal apareció libre de marcas en el segundo palo para cambiarle la dirección a la pelota y hacer que la sensación a apatía se transformara en desolación. Que luego no fue tal porque después de tanto ir la pelota de un lado al otro de la cancha (sin profundidad, claro), apareció esa combinación por izquierda que terminó con el pase gol de Lo Celso para Ruben y el cabezazo del delantero, en lo que había sido el segundo remate de Central franco al arco, fue a la red. Así de claro. Así de simple.
Tan mal se siguió moviendo Central que con Donatti parado de 9 durante los últimos 20 minutos no hubo nadie que metiera una pelota en el área en forma de centro y con riesgo cierto.
Y casi que el empate no fue del todo mal negocio. En especial después de que Musto también marchara a las duchas, a cinco minutos del final. Si hasta ahí Olimpo lo complicaba, tranquilamente podía ganárselo.
Igual Central fue, con lo que tenía, sabiendo que los tres puntos estaban por encima de todo. Pero fue algo que no logró por una noche negra. El final de la fecha dirá si el punto sirvió para sostener la cima de la zona 1. Igual, resta mucho por jugar.