Esto es fútbol. Sí. Por eso el charrúa venció al canalla. Y en los partidos decisivos, a todo o nada, lo previsible se vuelve impredecible. Esto es un juego y hay que jugarlo. Conociendo las distintas tácticas e intentando llevarlas a cabo con determinación. En esto cuenta lo propio y lo ajeno. Y tras los noventa y pico de minutos llega la hora del festejo y de la bronca. El premio lo tuvo Central Córdoba, el castigo Rosario Central. En este caso, todo merecido. Derrumbando cualquier pronóstico.
Lo previsible era un final alegre en azul y amarillo. La utopía en azul y rojo. Y nada de penales milagrosos en definición mano a mano. En Chaco ganó el que tuvo mayor decisión y, lógico, resistencia.
El triunfo fue de la táctica. La que implementó Marcelo Vaquero en el charrúa. Y ganó en los dos tiempos. En el primero al quedarse con el 0-0. En el segundo al aprovechar la primera pelota, soportar el sacudón del empate parcial y al no resignar la chance del batacazo.
La derrota fue para el equipo que se creyó superior y estuvo muy lejos de demostrarlo. Que pensó en que el juego lo conduciría irremediablemente a un festejo, pero se salió del camino.
La misión inicial del equipo de Tablada era saberse un tanto inferior y evitar ser lastimado.
Córdoba lo empezó a ganar cortándole los caminos paralelos al canalla. Dejando que la pelota pasara por los pies de Freitas y que volara demasiado por el aire sin sentido. Por eso en el primer tiempo Bareiro debió bajar siempre a buscarla, la muestra de un equipo de andar errático. Cómo habrá sido que lo más cerca que estuvo de los tres palos fue a veinte metros, con remates desde afuera del área de Carrizo (9'), Rivarola (41') y Bareiro (42').
Claro que los de Tablada llegaron menos, pero por decisión de priorizar cubrir posiciones. Sólo un remate bajo de Reibel que atajó fácil Pezzuti junto a la base del palo derecho (33').
Y el complemento no podía empezar mejor para los de azul y rojo a rayas (una camiseta extraña que hoy ya es parte alegre de la historia). El reloj marcaba 31 segundos cuando la pelota cabeceada por Lescano fue al fondo del arco auriazul. Una contra perfecta iniciada por Mustachi con pelota en profundidad para Salinas, un goleador que se vistió de asistente para que el Tate enloqueciera a todos con el 1 a 0.
Demasiado rápido el gol. Le daba chances a Central para recuperarse. Pero... Por más que a los 60' el único centro que pudo lanzar Gagliardi llegó a la cabeza de Coniglio para que el punta se sacara la mufa con el 1 a 1.
Sin embargo, el resultado todavía le servía al charrúa. El empate llevaba a la definición por penales. Algo a lo que parecía encaminarse el juego porque nadie pudo desequilibrar. Porque el de Tablada siguió en la suya y el de Arroyito no supo cambiar su rumbo.
Entonces el final encontró celebrando al más débil en los papeles. Llegar a la definición desde los doce pasos no era mala opción, aunque mejor tener una y no desperdiciarla.
Y el que mereció el premio lo tuvo a los 85' cuando Salinas infló la red con el penal que torpemente le regaló Casteglione con un codazo sin sentido al pícaro Lescano, quien se colaba por el vértice del área.
Premio y castigo. En este caso, justo. En esta oportunidad, histórico. Inesperado para los canallas. Inolvidable para los charrúas.