César Oxley fue maestro rural, director y supervisor de escuelas primarias santafesinas. El
educador también fue el primer secretario general que tuvo la Asociación del Magisterio de Santa Fe
(Amsafé); pero sobre todo es dueño de una vasta experiencia educativa indispensable de
consultar.
Recuerda que cuando era alumno de la primaria tuvo tres maestros varones, también que con el
tiempo empezaron a mermar en las aulas y ahora considera que la presencia masculina está comenzando
a aumentar.
Aunque siguen siendo minoría. ¿Por qué hay tan pocos varones en las escuelas?
Por un lado es la marca cultural de pensar a la docencia como un trabajo para las mujeres. Pero
también pienso que hay una cuestión de futuro económico y es lo que más pesa. Si miramos en el
tiempo, al ritmo que crecían las universidades, los varones se inclinaban por ingresar a estas
carreras, porque siendo maestro ya era clásico que iba a ser pobre si se dedicaba a este oficio;
también que si trabajaba en zonas rurales sería absorbido por un sistema y un medio muchas veces
culturalmente más pobre, donde las expectativas de superación eran menor a las que ofrecían las
ciudades.
¿El trabajo con niños no fue siempre otra razón para ligar el magisterio a la presencia
femenina?
Claro. Yo debo decir que cuando era director prefería a las mujeres trabajando en las aulas con
los más chicos. Pero también designé maestros varones en primer grado y fue un verdadero acierto.
Para muchos chicos fue la imagen del padre que no tenían, los varones lo identificaban con el
deporte, las nenas con un papá. Eso ayudó a la enseñaza. Los chicos lo seguían en todo. En otra
oportunidad nombré en los primeros grados de una escuela de Laguna Paiva a un matrimonio, que
trabajan en conjunto. Hoy lo recuerdan como la experiencia de su vida.
¿Y qué le decían los padres? ¿Les planteaban algún reparo de si varón o mujer el
maestro?
Los padres no querían a los varones en primer grado, decían que eran mejor para los grados de
los más grandes. La comunidad también tiene sus recelos y es difícil escapar a eso. Yo lo hice
porque pensaba que era lo mejor para los chicos. También me opuse a las divisiones que se dan en la
escuela entre A o B, los turnos tarde para los más pobres, los “negritos” y los
“rubiecitos”, cuando todos habitaban un mismo pueblo obrero. Aplicábamos muchas cosas
novedosas para la época, por ejemplo trabajar con grupos bien heterogéneos.
Varón o mujer, ¿cuál es la condición esencial para ser un buen maestro?
Primero, tener oreja para escuchar a los chicos, a los padres, a todo el mundo. Luego,
interpretar lo que se escucha para ofrecerle a cada uno lo que necesita.
¿Eso significa que también tiene que saber qué ofrecerá, es decir qué enseñar?
Si la maestra o maestro no conoce un montón de cosas, no sabe qué enseñará, más vale que no
escuche.
¿Qué opina de la extensión de tres a cuatro años la carrera que forma docentes?
Es fantástico. Por razones culturales, los pocos años de estudio hizo que menos varones sean
maestros. Pero además hay que defender la formación. Un buen maestro necesita de una formación
científica acabada.