Hace dos años, cuando se lanzó el proyecto Viva en la planta de Alvear, el
paradigma dominante a nivel mundial era que el Estado no debía intervenir en la economía. Pocos
días antes de que la Ansés firmara un préstamo de 70 millones de dólares para General Motors
Argentina, el presidente de Estados Unidos, Barak Obama, tomó el 60 por ciento de las acciones de
esa automotriz en Estados Unidos. "En dos años el mundo cambió, pero nosotros seguimos siendo los
mismos", enfatizó Cristina frente a un auditorio de dirigentes políticos, sindicales y trabajadores
de la planta de Alvear.
La presidenta reivindicó el rol activo del Estado para sostener la actividad
económica y el empleo como eje del actual modelo económico "que permitió crear 4 millones de
trabajo desde 2003".
Subrayó que el préstamo concedido a la filial argentina de GM para financiar el
proyecto Viva "no lo está haciendo un banco, como correspondería, sino el Estado con los recursos
de los trabajadores. De paso, jugueteó con el horror neoliberal por este tipo de intervención:
"Estamos apoyando la inversión de la empresa pero no nos quedamos con el 60 por ciento de las
acciones, como hizo Obama en Estados Unidos", recordó.
Dijo que el gobierno nacional para está "sorteando sin ajustes" y aclaró que la
política del Estado en esta coyuntura se manifiesta de diferentes maneras porque "no todos los
casos son iguales ni las soluciones son las mismas". En el caso de General Motors, se otorgan
préstamos, en los de Mahle y Paraná Metal se buscaron inversores privados, y en el de Massuh, donde
"no hay un caso de crisis sino de mala administración", se creó un fideicomiso estatal.
Lejos de la crispación, la presidenta evitó referencias a la campaña y las
confrontaciones. Lejos del cruce que tuvieron durante la última visita por el tema de la
coparticipación, Cristina agradeció a Binner por su "colaboración" y sentó al diputado kirchnerista
Agustín Rossi en la primera fila del auditorio.