Todo inversor debería incluir bonos en su cartera de inversión. Aunque, desde luego, no tiene olvidar que los bonos también requieren una revisión periódica y un manejo eficiente.
Todo inversor debería incluir bonos en su cartera de inversión. Aunque, desde luego, no tiene olvidar que los bonos también requieren una revisión periódica y un manejo eficiente.
Como en cualquier inversión, en los bonos existen fluctuaciones y riesgos mayores o menores, que en este caso se vinculan habitualmente a la capacidad cierta de pago del deudor. Así como el boletín de calificaciones determina si un alumno ha alcanzado o no los niveles de conocimiento requeridos para un período determinado, también existen empresas que se dedican a calificar la solvencia financiera de una empresa o de un gobierno, denominadas Calificadoras de Riesgo. Estas, a través de su dictamen, califican la capacidad de repago. En este sentido, no hay que confundirse: las Calificadoras de Riesgo no se abocan a evaluar las acciones de una empresa sino sólo su deuda (o sea, su capacidad de pago). Los inversores, por lo tanto, disponen de una herramienta eficaz que les permite ir evaluando el riesgo al que se someten. Esto sin duda sucedió en el caso del default argentino, como se puede comprobar retrospectivamente en los dictámenes de las calificadoras. Así es posible resumir que en el informe de Standars & Poors del 12 de julio de 2001 se bajó la calificación de la deuda argentina de “B” a “B-” y se determinó la “perspectiva negativa”, lo que implicaba que la calificación se podía volver a bajar; el 9 de octubre la calificación descendió de “B-” a “CCC+” y se mantuvo la “perspectiva negativa”; el 30 de octubre se pasó de “CCC+” a la menor “CC” y la “perspectiva negativa” continuó; el 6 de noviembre bajó la calificación de “CC” a “SD” (default selectivo), con lo que ya se advertía a todas luces que el default era inminente. Esta sucesión, además, se veía acompañada por una baja en el precio de los bonos y un aumento más que considerable de los rendimientos. Es decir que los dueños de los bonos podían deducir claramente que en breve se produciría la cesación de pagos.
Por lo tanto, a fin de evitar sorpresas desagradables: a la hora de comprar un bono nadie debe obviar su calificación.
Por Mila Kobryn