Durante años los berlineses soñaron con la caída del Muro, hasta que ocurrió, el 9 de noviembre de 1989. Anoche, 25 años después, volvieron a tomar las calles para rememorar aquella jornada que sigue haciendo llorar de alegría a quienes la recuerdan. Aquel episodio histórico señaló la caída del régimen de Alemania Oriental y poco después, en 1991, la desaparición de la Unión Soviética y con ella del comunismo de toda Europa.
Berlín volvió a “derribar” una frontera simbólica, formada esta vez por 7.000 globos de helio iluminados que marcaban la traza del antiguo Muro, y que se elevaron al cielo ante la emoción de la multitud, formada por berlineses, alemanes venidos de todo el país y extranjeros de todos los rincones del mundo. La imponente instalación lumínica, recorrida durante el fin de semana por un aluvión humano, marcó el punto cúlmine de una jornada llena de música, memoria e imágenes de lo ocurrido la histórica noche del 9 de noviembre de 1989. “La caída del Muro nos mostró que los sueños pueden hacerse realidad. Nada está obligado a mantenerse como es. Es la experiencia que queremos compartir”, señaló Angela Merkel, la actual canciller, la primera en su cargo crecida en la Alemania comunista (RDA). Merkel, que de joven fue vigilada por la policía comunista, consideró la caída del Muro, que dividió el mundo durante casi tres décadas (1961-1989), un “mensaje de esperanza” para los lugares donde “los derechos humanos se ven amenazados o directamente pisoteados. Podemos cambiar las cosas para mejor, hacer una revolución pacífica. Ese es el mensaje de la caída del Muro. Es un mensaje que se dirige a nosotros en Alemania, pero también a Europa y al resto del mundo. Y especialmente en estos días a los pueblos de Ucrania, Siria, Irak”. Merkel reiteró que la República Democrática Alemana (RDA), la Alemania comunista, fue todo menos un Estado de Derecho.
Punto culminante. La caída del Muro fue el punto culminante de semanas de protestas populares en otras partes de Europa del Este. Merkel subrayó estos ejemplos que impulsaron a los alemanes en 1989, como los movimientos democráticos en Polonia, Checoslovaquia y Hungría. La canciller también honró a los muchos que sufrieron bajo el régimen comunista y a las 138 personas que murieron tratando de cruzar el Muro. La líder cristianodemócrata habló junto a la “Franja de la muerte”, emblemática calle por la que pasaba la frontera. Allí inauguró la ampliación del memorial del Muro al aire libre.
Mientras tanto, miles de personas iban reuniéndose ante la Puerta de Brandeburgo, emblema de la unidad alemana, para participar en la fiesta central del aniversario. Los conciertos de estrellas alemanas e internacionales, como el británico Peter Gabriel, alternaron con imágenes históricas en pantallas gigantes. El punto cúlmine llegó ya entrada la noche, cuando la orquesta sinfónica Staatskapelle dirigida por el argentino-israelí Daniel Barenboim interpretó el último movimiento de la novena sinfonía de Beethoven (la “Oda a la alegría”) mientras caía la frontera simbólica y los casi 7.000 globos iluminados colocados a lo largo de 15 kilómetros del antiguo trazado del Muro comenzaban a elevarse en toda la ciudad entre gritos de júbilo, aplausos y brindis improvisados. Habían pasado 25 años desde aquella noche memorable.