Bein, reconocido entre los economistas como un ajustado pronosticador,
estuvo en Rosario invitado por el Banco Industrial, en el marco de su ciclo de conferencias anual.
Fiel a su concepto de que el cambio estructural de la economía argentina pasa por una revolución
agrícola que permitió superar las tradicionales crisis del sector externo, dijo que la holgada
situación en materia de divisas constituye un blindaje importante. “Es la primera vez desde
1914 que sobran tantos dólares en la economía argentina”, dijo y recordó que hace dos años,
ante el mismo auditorio, y en una situación de conflicto, ya había advertido que quienes
apostaran a dejar sin dólares al Banco Central “se iban a fundir”.
En este escenario, los viejos fantasmas de crisis financiera, retiro de
depósitos, pérdida de reservas del BCRA y devaluación de la moneda, desaparecen. El país
“tiene una economía que a partir de la revolución agrícola logró que haya una tonelada más
por habitante a un valor de 400 dólares”, y recordó que “sólo eso logró consolidar un
superávit comercial estructural que hace que muchos otros problemas puedan ser mandados abajo de la
alfombra”.
—¿Cómo ve la economía hasta las elecciones?
—Estamos en una economía que está viajando bastante rápido, potenciada en
2010 por el cambio en el clima. En 2009 tuvimos la peor sequía desde 1952. Bien a la Argentina,
este año tuvimos la mayor lluvia en treinta años. El impacto de la cosecha ya aporta 2,5 puntos del
crecimiento. De modo que tenemos una previsión de crecimiento para este año de 8%. El año que viene
va a ser una economía muy fogoneada desde el sector público. Este año el gasto crece al 31%. El año
que viene puede ser que tengamos algunos meses donde veamos crecimento del gasto mucho mayor. Ya no
vamos a tener el impacto de la cosecha porque más no puede llover. Así, para 2011 tenemos
proyectado un crecimiento piso del 5%. Va a ser en una economía que se va a mover con tipo de
cambio bastante planchado, dólar a 4 pesos para fin de 2010 y 4,20 para la época de las
elecciones.
—¿Por qué tan modestas las previsiones de crecimiento incluidas en el
presupuesto?
—No va a haber presupuesto para el año que viene. Yo creo que el juego
político indica que no lo habrá. Con lo cual la ejecución del gasto en 2011 va a estar de acuerdo a
lo que fue el presupuesto para 2010 más el decreto de necesidad y urgencia que se va a aprobar en
algún momento de acá a fin de año con un aumento del gasto de entre 60 y 70 mil millones de pesos.
Con esa base me parece que se va a funcionar. Ni la oposición va a aprobar el presupuesto que mandó
el gobierno, ni el gobierno va a aceptar ningún cambio que proponga la oposición.
—Por el lado de la economia ¿el oficialismo tendrá algún tipo de amenaza que se
traduzca electoralmente?
—El tipo de amenaza tradicional que siempre tenía la Argentina, que se
traducía en crisis financiera, retiro de depósitos, pérdida de reservas del BCRA y devaluación de
la moneda, no está. Esto lo dije en este ámbito dos años antes. En pleno conflicto con el campo
recuerdo que dije «quienes vayan contra el Banco Central se van a fundir». Esta es la diferencia,
Argentina tiene una economía que a partir de la revolución agrícola que arrancó en el 96 tiene hoy
40 millones de toneladas más de soja que en el promedio 95/96. Es una tonelada más por habitante,
que son los dólares adicionales por cada argentino, a una cotización de 400 dólares la tonelada.
Sólo eso da la posibilidad de que hoy en la Argentina las importaciones sean por habitante 400
dólares más altas que lo que eran en el 98 y eso genera un superávit comercial estructural que hace
que muchos otros temas o problemas puedan ser mandados abajo de la alfombra.
—¿La inflación, por ejemplo?
—Sí, claro. La inflación hoy tiene más que ver con la puja distributiva
que con otra cosa. Llevamos aumentos de salarios promedio desde 2006 entre 18 y 19%. Este año será
de 24%. En una economía donde los salarios aumentan 24%, la inflación no puede ser 6%. La
productividad o la redistribución del ingreso no te pueden agregar 17 puntos al salario por año.
Eso es Disneylandia. Entonces, de alguna manera, en todo lo que es servicio —que es salario
puro— ahí se ve claramente la inflación privada. En lo que es producción industrial se
trasladan según la incidencia de la mano de obra, que difiere según los distintos rubros. Si uno
saca la carne, la inflación de bienes este año en el país es más parecida a 13%. Si se le agrega la
carne es otra historia, porque subió 70%. Con un tipo de cambio quieto la inflación de bienes se
modera. Para el año que viene esperamos que sea más alta que este año donde prevemos tocará entre
21% o 22%. En 2011 esperamos 24 ó 25%, con convenios colectivos de trabajo que se cierren dos,
tres, cuatro puntos más que este año. Es un período electoral y no va a aprecer ningún político
poniendo la cara pidiendo moderación de nada.
—El titular de Federación Agraria, Eduardo Buzzi, decía en la apertura del congreso
de FAA que con el tipo de cambio planchado y los costos que le aumentaron al productor están en una
situación parecida al uno a uno. ¿Es tan así?
—No. En el 1 a 1, en el año 2000, la soja valía 140 dólares, el maíz u$s
120 y el trigo u$s 150. Hoy el maíz vale 200, la soja 400 y el trigo 270 dólares. O sea,
razonamiento hundido. Que pase el que sigue a una polémica más seria.
—Hay sectores que hablan de cierta erosión de la competitividad cambiaria
comparándolo con el resto del mundo. ¿Esto es así o también las otras monedas están
depreciadas?
—Las dos cosas son ciertas. Hay erosión de la competitividad pero desde un
punto muy alto. Si tenés salarios que aumentan el 20% en dólares, desde el punto de vista de los
costos para la industria, la producción y los servicios, obviamente comprime. La diferencia con
otras épocas es que el colchón que hay todavía es bastante significativo. Los términos del
intercambio de la Argentina (cociente de los índices de precios de exportación contra precios de
importación) están 36% arriba del año 2000 y ese es el colchón adicional que uno tiene ahora.
Sobran dólares hoy en la Argentina. Pero ya no van a sobrar dólares en octubre de 2011 con un
salario 20% en dólares más alto y, si el esquema se volviera a repetir en 2012, con otra suba de
salarios similar, es decir salarios 25% y dólar 5%, ahí se vería el impacto. Dentro de un año vamos
a estar en una zona de equilibrio. Después como país siempre tiene está la alternativa de abrir el
crédito internacional, y empezar a financiarse con crédito en lugar de hacerlo con dólares
comerciales. Igual no es lo mismo. En la convertibilidad se hizo eso y terminó realmente mal. Hay
entonces un proceso por el cual se va erosionando el tipo de cambio competitivo y también está
ayudado no sólo por el tema internacional sino por el tipo de cambio de los principales países con
los que comercia la Argentina. El real en 2002 valía 3,6 contra el dólar. En el año 2000 el euro
valía 0,85. Esta es la gran diferencia. Si se compara compara contra el dólar solo, el tipo de
cambio en Argentina da 1,31. Pero cuando uno hace un tipo de cambio multilateral , eso da
1,65. El año que viene se va a deteriorar y va a ir 1,40. Por eso el año que viene vamos a estar
justos.
—Algunas cámaras empresarias se están atajando frente al escenario que usted. plantea
de cara 2012. ¿Es real o son sólo posturas políticas?
—No. Yo creo que todo el mundo se va a atajar porque habiendo colchón lo
que preocupa es la velocidad a la que uno se va acercando a una ecuación económica donde no le
sobra nada. De cualquier manera nadie deja de invertir si está la demanda. Claramente estamos en un
proceso donde se soporta un proceso coyuntural de atraso de tipo de cambio por todo este colchón
que hablamos. Precios internacionales, las monedas de los socios comeciales y sobre todo por el
esquema estructural nuevo donde la producción agropecuaria y agrícola está financiando lo que diez
años atrás no era financiable. Hoy hay 700 mil autos en el mercado, en un sector donde el área de
autopartes tiene 6.000 millones de déficit comercial con el exterior. Eso se financia porque la
agroindustira genera esos dólares.
—El año pasado el superávit comercial coexistió con una fuga importante de divisas, a
la que financió. ¿Eso pasa ahora?
—Aflojó mucho. Eso duró mientras estaba el año pasado la percepción de que
Argentina podía eventualmente defaultear la deuda. Bonos que hoy valen 92% hace un año valían 55%.
Había una percepción de que el país podía incumplir los pagos de deuda y eso generaba salida de
capitales Y también había una percepción de que con la crisis financiera internacional iba a seguir
el desplome de los precios de las materias primas. Y por lo tanto iban a faltar dólares. Entonces
la gente sacaba dólaress Nada de eso sucedió. Los precios de materias primas volvieron a subir y la
Argentina se las arregló bien para ir cancelando su deuda e incluso achicándola, con lo cual desde
el punto de vista financiero ya desde el mes de marzo se nota una disminución muy fuerte de la
salida de capitales.
—¿Eso tiene correlato en la inversión concreta o es sólo un parate en la salida de
divisas?
—Creo que siempre tiene correlato. Cuando un bono del gobierno rinde 25%
en dólares nadie se va a romper los cuernos levantándose a las 7 de la mañana para ir a trabajar.
Ahora los bonos rinden 9,5% y hay empresas —no son demasiadas— que están consiguiendo
emitir bonos en el exterior, en el mercado a 7 u 8 años al 8 ó 9,5%. O sea, hay más financiamiento.
Aunque todavía es pobre.
—Muchos reconocen la mejora de la situación económica pero dicen que falta inversión.
¿Hay una vocación histórica del empresariado argentino a no hacerlo?
—No. No diría eso. Los empresarios se adecuan al ambiente que tienen.
Cuando había sequía no se sembró trigo y el campo estaba en pie de guerra. Cuando llovió todo el
mundo sembró. Nadie la va a pedir permiso a un dirigente de la mesa de enlace para ver si puede
sembrar. La tasa de inversión de la Argentina es hoy 21 puntos del PBI, hay mucha inversión en
construcción residencial, es casi un tercio. Brasil tiene una tasa de inversión más baja de 18 a 19
puntos, pero en maquinaria y equipos es 9 puntos del producto y en el caso nuestro es 6,5 o 7%.
Nosotros tenemos más inversión adentro de la construcción, lo cual también se entiende porque con
una inflación del 21 ó 22% y un dólar planchado y tasa de plazo fijo al 11%, la gente compra
ladrillos. Lo cual está bien. El país con esta tasa de inversión está para crecer 4,5% y hoy lo
hace más porque el gobierno está empujando redistribuyendo ingresos vía el gasto público que
levantó el consumo de sectores populares. El gobierno empuja fuerte desde gasto e inversión publica
básicamente porque pusieron, como cualquier otro gobierno, la política económica al servicio de un
proyecto político. Si hoy tiene 35% de intención de voto y con 40% gana las elecciones, lo que haya
que poner para intentar llegar a esos cinco puntos lo van a poner. O sea, el año que viene vamos a
tener mucho gasto público, mucha inversión en infraestructura y muchas transferencias a las
provincias.
—Se hace hincapié en el aumento de salarios pero es relativo en el impacto del poder
adquisitivo real.
—El sector de los trabajadores está dividido claramente en dos grandes
grupos. Uno que tuvo un progreso enorme y prácticamente constituye una clase media baja, que es el
grueso de los trabjadores sindicalizados. En el mundo laboral sindicalizado no hay trabajadores de
2.000 pesos. En el informal hay mucho sueldos de 1.800 pesos con los cuales no se sale de la
pobreza. En esa masa de trabajo informal el 70 u 80% no la está pasando bien porque no la defiende
nadie.