Celeste tiene apenas 5 años y llevará de por vida la marca de un balazo en su pómulo derecho. El miércoles a la siesta jugaba en la vereda de su casa de Perito Moreno al 300, en Cabín 9, a la sombra de un añoso árboly junto a su hermanitos de 6 y 2 años. A un par de metros de ellos estaba Nicolás, un vecino de 16 años, que arreglaba su moto bajo la misma sombra. Fue entonces que pasó en moto un tal Brian, de 15 años, con una pistola en la cintura. Al ver a Nicolás detuvo la marcha y al grito de “ésta es para vos” comenzó a disparar. Ningun proyectil dio en Nicolás, pero uno perforó el pómulo derecho de Celeste, trazando un surco desde la oreja hasta la boca.
Enseguida Nicolás cargó a la nena en su moto y la llevó hasta al centro de salud municipal El Gurí, a la vuelta de la casa, donde la mamá de la nena esperaba que le apliquen una inyección. Desde allí Celeste fue derivada al Hospital de Niños Víctor J. Vilela donde quedó internada fuera de peligro. “Todos los niños tienen un ángel de la guarda que los protege”, sintetizó uno de los médicos que atendió a la pequeña.
El hecho es investigado por el juzgado de Menores en turno ya que todos los protagonistas no alcanzan los 18 años. Y sobre el móvil del ataque, las versiones son múltiples: algunos vecinos hablan de una vieja disputa por el control de las calles entre “Los cuatreros” y “Los Stinfer”; y otros hablan de una vieja rivalidad entre Nicolás y Brian, quienes alguna vez fueron cuñados.
Carencias e inseguridad. Celeste es la cuarta generación de una familia de Cabín 9, el barrio que se incorporó a mediados de los 60 a Pérez por decreto de un gobierno militar para que la vecina localidad sea ciudad. Hoy tiene el doble de los habitantes de esa época y un sinnúmero de carencias que van desde el agua potable hasta la seguridad. A tal punto que la madrugada del 14 de diciembre la subcomisaría 18ª fue baleada por desconocidos que hasta le arrojaron una bomba molotov.
“Este era un barrio tranquilo hasta que llegó la droga y con ella la violencia. Hoy en el barrio hay cuatro o cinco banditas que se tirotean sin pudor. Los dos pibes que balearon a la nena pasaron frente a la sub 18ª. ¿Y? Los «guachos» cada vez son más chicos y los que venden droga los buscan porque saben que con menos de 15 años entran y salen de la comisaría. Pasan con las motos exhibiendo las armas delante de la comisaría y nadie hace nada. ¿Y vos qué vas a hacer? Si los denuncias, después los amigos te balean la casa; y si los matás, te cagaste la vida”, reflexionó una doña del barrio que en una carreta cargaba unos diez bidones de 6 litros de agua potable.
Rivalidad personal. Celeste y su familia viven en Perito Moreno al 300, a escasos 200 metros de la subcomisaría 18ª y a 70 metros de la escuela “Provincia de Chaco”. Los lugareños comentaron que esa zona es área de influencia de “Los cuatreros”, aunque nadie se animó a asegurar que el ataque estuviera enmarcado en la rivalidad con “Los Stinfer”, una pelea que lleva varios capítulos. El más sangriento ocurrió el domingo 14 de diciembre de 2014 en Aguaribay al 200, en medio de un cumpleaños. El saldo fueron dos muertos y seis heridos, entre ellos un piba de 14 años que recibió un balazo y quedó cuadripléjica.
Alejandro es el abuelo de Celeste. Tiene 43 años, es albañil y está desempleado, pero se gana la vida cartoneando. Ayer contó que el miércoles, pasadas las 14.30, “Celeste y sus hermanos jugaban en la vereda y a la sombra porque con este calor no se puede tener a los chicos adentro. Veníamos de estar sin luz 48 horas. Nicolás, un vecino, nos pidió permiso para arreglar su moto bajo la sombra y fue entonces que pasó todo”.
“Mirá, a mí no me importa el por qué pasó todo ésto. Lo que sí me importa es que casi matan a mi nietita y nosotros no tenemos nada que ver con nada”, reflexionó el hombre.
Mientras Nicolás, quien sufrió tres ataques a balazos en el último mes y medio, arreglaba su moto, otro rodado se detuvo frente a él. Los vecinos identificaron a su conductor como Brian, de 15 años y vecino de Cabín 9, pero al este de las vías. “Nicolás, ésta es para vos”, gritó el motociclista, y de inmediato tiró media docena de balas. Como las dos veces anteriores, Nicolás resultó ileso. Pero uno de los proyectiles le marcó la cara a Celeste.
A las corridas. “Cuando escuché los disparos agarré a mi nieta de 2 años que estaba en el patio y salí a la vereda. Ahí vi a Celeste con sangre en la cara. Nicolás la cargó en la moto y la llevó al centro de salud”, explicó Alejandro.
Los impactos de bala también quedaron en el frente de la casa y en los árboles. La nena fue asistida en el centro El Gurí y derivada al Hospital de Niños. “Ella está bien. Los médicos resaltaron que tuvo un Dios aparte porque la bala le surcó el cachete, desde el labio hasta la oreja derecha. Está internada en una sala común y mañana o pasado le dan el alta”, indicó Alejandro.
Ayer, por las redes sociales pulularon varias fotos de un joven de mirada desafiante con una pistola plateada calibre 9 milímetros. Los vecinos aseguran que ese es el rostro de Brian, el que le dejó la cara marcada de por vida a Celeste.