La última entradera de la saga que vienen sufriendo la ciudad de Rosario y sus alrededores en los últimos meses terminó escrita con sangre. Poco antes de la medianoche del viernes el empresario Enrique Bertini hijo, de 49 años, llegaba a su casa de Lima al 800 a bordo de su Toyota Etios color gris. Como todas las noches arribó hasta el portón de su vivienda tratando de observar lo que ocurría alrededor, cumpliendo las medidas de seguridad a las que obliga la actualidad, y subió el auto a la vereda. Mientras eso sucedía Mariano, su hijo de 22 años, bajaba de su cuarto en la planta alta de la vivienda para abrir el portón levadizo del garaje. Pero en un instante dos delincuentes armados sorprendieron a Enrique y lo balearon en el muslo izquierdo y en la pelvis. Sin pestañear, al ver que el portón se levantaba, uno de los maleantes ganó el interior del garaje, se topó de frente con Mariano y lo asesinó con un disparo en la cabeza.
"Mi marido y mi hijo estaban mirando una película. Eran como las 23.20. Escuchamos tres disparos, uno tras otro. Primero pensamos que eran motos con escapes libres, pero cuando escuchamos los gritos de Pipi (como conocen a Enrique Bertini en el barrio), mi marido salió corriendo para la esquina. Ahí vio el auto en la vereda, que Enrique estaba herido y al ver el portón a medio levantar ingresó para ver cómo estaba la familia. Y se topó con el cuerpo de Mariano, con su cabeza en medio de una mancha de sangre. Es horrible lo que está pasando. Mariano está muerto", relató una vecina de la familia Bertini ayer a la mañana, cuando en los confines de barrio Echesortu Oeste la vecindad no salía del estado de estupor.
Las víctimas son el hijo y uno de los nietos de Enrique Bertini, fundador de la fábrica de maquinaria agrícola que lleva su nombre y cuya planta, de alrededor de 20 mil metros cuadrados, está ubicada en Eva Perón (ex Córdoba) y Cullen. Mariano cursó la secundaria en el Colegio San Patricio, estudiaba ingeniería, jugaba al fútbol en el Jockey Club y formaba parte de la Fundación El Desafío, una organización no gubernamental que lucha contra la pobreza y la exclusión estructural en Rosario. Trabajaba junto a su padre en la fábrica de su abuelo. "Los Bertini son gente muy valorada en el barrio porque a pesar de ser gente de dinero son personas muy humildes que andan por aquí como cualquier vecino y compran en nuestros negocios como cualquiera de nosotros. Gente de bien. No son petulantes ni mucho menos. Mariano era un pibe que se ponía a conversar mucho con los vecinos. Muy amable. Buen pibe. Buena gente como toda su familia", comentó uno de los comerciantes de la cuadra.
Frente a la plaza. Enrique Bertini hijo y su familia viven en una casa de dos plantas ubicada en la esquina de Lima y el pasaje Paroissien. Esta cortada de dos cuadras y media se extiende en diagonal desde Eva Perón y Río de Janeiro al oeste, terminando en un callejón sin salida unos 20 metros después de Lima. Frente a la casa de los Bertini hay una cancha de fútbol 5 que el viernes, a las 23.20, ya estaba cerrada. Y en diagonal a la vivienda está la plaza Constancio Vigil.
La casa de los Bertini no tiene cámaras de video vigilancia en el exterior ni otra medida de seguridad a la vista. Según describieron los vecinos, a la hora del crimen "no había un alma caminando por calle Lima". En el interior de la vivienda estaban sólo Mariano y su hermano Patricio. Paula, su mamá, que es docente del colegio Dante Alighieri, y su hermana habían salido. "Ellos estaban acostados y cuando escucharon que llegaba el padre, Mariano bajó para abrir el portón y ahí se escucharon los disparos", explicó un amigo de los muchachos.
A la hora señalada, Enrique llegó a las inmediaciones de su casa. "Pipi es una persona muy cuidadosa. Siempre que llega se fija bien que no haya nadie en la plazoleta o no haya gente dando vueltas por la zona", explicó una doña que dijo conocer a la familia. Entonces subió a la vereda su Toyota Etios color gris y lo colocó de frente al portón levadizo. En ese instante de espera fue abordado por dos hombres que circulaban en una moto. Los vecinos relacionaban ayer un rodado color azul que había estando dando vueltas por el barrio con un taxi que, sin estar en servicio, circuló reiteradamente por la zona poco antes del intento de robo que terminó en la muerte de Mariano Bertini.
Ninguno de la docena de vecinos que dialogaron con este cronista dijo haber visto la dinámica de los hechos, sí que escucharon los disparos. Y varios de ellos trataron de auxiliar a las víctimas. A Enrique Bertini los malhechores le dispararon en el muslo izquierdo y en la ingle y anoche estaba fuera de peligro. Su testimonio será vital para orientar la investigación, en manos del fiscal de la Unidad de Homicidios Dolosos Ademar Bianchini, ya que el empresario fue quien pudo observar toda la mecánica del hecho.
Según indicaron fuentes de la investigación, tras atacar al empresario, uno de los delincuentes aprovechó que el portón estaba a medio levantar y se zambulló al interior del garaje. Ahí se topó con Mariano, que estaba a escasos dos metros. Una de las hipótesis de la pesquisa es que el muchacho forcejeó con el maleante y de esa disputa partió el disparo que lo mató. Para conocer qué sucedió será vital el resultado de la autopsia que indicará la trayectoria del proyectil y el lugar exacto donde se produjo la herida.
Enrique, por su parte, fue trasladado en una ambulancia al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez donde ingresó directamente a quirófano. Con el correr de las horas, y gracias a su evolución, le dieron el alta ayer a media mañana. Entonces, el hombre se recluyó en su casa, rodeado de los suyos y sumido en el más profundo de los dolores, el de perder a un hijo. “No podemos decir nada porque estamos destrozados”, explicó amablemente un integrante de la familia antes de retirarse en una camioneta Toyota Hilux negra de la finca donde horas antes se había desencadenado la tragedia.
Respecto de lo atacantes, de quienes no se sabía el paradero hasta la noche de ayer, el asesinato de Mariano marcó el final de todo intento de robo y ahora los pesquisas tratarán de buscar imágenes de cámaras de seguridad de la zona.
Mientras los delincuentes fugaban a la carrera, el grito desgarrador de Enrique partió la noche en dos. “Nunca me voy a olvidar de los gritos que daba Pipi. No hay palabras para poder describir esos alaridos de dolor”, explicó una vecina visiblemente consternada.
Y después la gente del barrio relató más de los males de esta ciudad. “Por acá nunca vas a ver un patrullero. Pibes arrebatándoles carteras y bolsos a los vecinos, a cada hora. Vos te parás acá (en la esquina de Lima y el pasaje Paroissien) y los agarrás. Porque el circuito de robo y fuga pasa por acá. Anoche (tras el ataque fatal) llamamos a la ambulancia y no llegaba más. Tardó más de 40 minutos en llegar y nosotros teníamos al hombre malherido al lado de su hijo muerto”, relató otro vecino del barrio. El crimen es investigado por efectivos de la seccional 6ª y de la flamante Policía de Investigaciones.