Tras la mayor escalada militar en el enclave pro armenio de Nagorno Karabaj desde la tregua de 1994, Azerbaiyán anunció ayer un cese de hostilidades unilateral, pese a que las acusaciones cruzadas con Armenia continúan por los fuertes combates que sacuden ese disputado territorio en el Cáucaso Sur.
El sábado, el Ejército azerbaiyano y las fuerzas armenias y karabajíes se enfrentaron en combates que incluyeron armamento pesado a lo largo del límite de facto entre Azerbaiyán y el enclave, congelado desde la tregua de 1994, y produjeron un saldo de muertos de entre 30 y 200 muertos, según cada bandos.
La intensidad de los combates atrajo inmediatamente la atención del mundo y Estados Unidos, Rusia, el Consejo de Europa y la ONU llamaron de manera unánime a un cese de hostilidades y a que Ereván (capital de Armenia) y Bakú (capital de Azerbaiyán) vuelvan a la mesa de negociación.
Azerbaiyán respondió ayer a ese llamado internacional al anunciar un cese de fuego unilateral, al mismo tiempo que su presidente, Ilham Aliev, dijo que “si los soldados armenios no quieren morir, entonces que se vayan de suelo azerbaiyano. Nosotros no hemos capturado territorio ajeno”, sentenció en un mensaje difundido en la televisión pública.
Con la caída de la Unión Soviética a finales de los años 80, un conflicto estalló entre Armenia y Azerbaiyán por la región montañosa de Nagorno Karabaj, un territorio que durante la URSS había sido parte del segundo y que al momento del conflicto tenía mayoría de población armenia.
Tras el cese al fuego de 1994 y pese a los reclamos de la ONU, Nargono Karabaj se declaró independiente y Armenia ocupó militarmente parte del territorio que pertenecía a Azerbaiyán para garantizarse una contigüidad territorial con ese enclave pro armenio.
Ningún país, excepto Armenia, reconoció hasta ahora la independencia de Nagorno Karabaj. Mientras Azerbaiyán sostiene que ayer lanzó su ofensiva militar como respuesta de “una agresión” de su vecino, Armenia acusó a Bakú de reactivar el conflicto en Nagorno Karabaj e, inclusive, de atacar a la población civil que vive allí.