Australia vivió este año varias amenazas de ataques terroristas islámicas contra su territorio, mientras decenas de australianos de origen árabe o mediooriental viajaron a Siria para combatir en el conflicto que vive el país. Ante la decisión del gobierno de participar en la campaña internacional contra el Estado Islámico,
En un movimiento sin precedentes, Australia elevó en septiembre el nivel de alerta terrorista a "Alto" o "cuatro", lo que significa que el riesgo de ataque es "probable" y solo un nivel por debajo de "extremo", que significa que el ataque es "inminente o ya se ha producido". Esta es la cota más alta desde que se implantó este sistema de alerta en 2003. Esa misma semana de septiembre, 800 policías descubrieron en distintas operaciones un plan para decapitar a un civil en un lugar público del país. Esta es la técnica de ejecución que hizo mundialmente famoso al grupo terrorista Estado Islámico.
A su vez, hay unos 60 australianos que están luchando en la actualidad en Siria e Irak, según los servicios secretos. Según los servicios secretos, "quienes vuelven de Irak y Siria están radicalizados y tienen conocimientos, experiencia y redes para perpetrar atentados con muchas víctimas en Australia y otros países occidentales". Se tienen noticias de australianos combatiendo en Siria desde 2012, cuando dos hombres de Melbourne —de ascendencia libanesa y turca— murieron supuestamente después de unirse a milicianos vinculados con Al Qaeda. Un año más tarde, en septiembre de 2013, un hombre de 27 años de Brisbane —también de ascendencia libanesa— lanzó un vehículo cargado de explosivos contra una escuela que utilizaban soldados en Siria, matando a 35 de ellos. Y en los primeros seis meses de 2014 cinco australianos murieron luchando junto a los extremistas islámicos en Siria, la mayor parte de ellos de raíces libanesas o turcas y de edades cercanas a los 20 años.
Según los servicios de inteligencia, un centenar de personas proporcionan apoyo desde Australia a los yihadistas de Irak y Siria. En diciembre del año pasado fue arrestado en Sydney un grupo de hombres a los que se acusó, entre otros, de reclutar a seis personas para enviarlas a Siria. En agosto se aprobó una nueva ley para disuadir a los australianos de embarcarse en la lucha yihadista que amenaza con prohibir el regreso al país o revocar el pasaporte a quien lo haga. Se trata de una de las leyes antiterroristas más duras de Occidente y permite a los servicios secretos interrogar en secreto a los terroristas durante una semana. También permite arrestar y mantener bajo arresto domiciliario a sospechosos sin contar con una orden judicial.
A mediados de septiembre, el primer ministro Tony Abbott aseguró que enviaría unos 600 efectivos para ayudar en la lucha contra el Estado Islámico, aunque sin especificar si esos soldados podrían participar en operaciones de combate. El 3 de octubre, Australia aprobó un ataque aéreo contra el Estado Islámico. Hace tan sólo unos días, el 4 de diciembre, Australia prohibió a sus ciudadanos viajar a la provincia siria de Al Rakka, donde el Estado Islámico tiene uno de sus feudos.
Aliado de Washington.PUNCTUATION_SPACELa participación de Australia en una operación militar liderada por Estados Unidos no es una excepción. El continente austral es un fiel aliado de Estados Unidos y envió tropas a Irak y Afganistán tras el 11 de septiembre. Pero a diferencia de otros aliados estadounidenses, como España o Reino Unido, Australia no había sufrido hasta ahora en forma directa las represalias terroristas. El terrorista de Sydney era, además de un fanático islamista, un conocido adversario de la intervención militar de Australia en Afganistán. Australia no había sufrido un ataque terrorista desde noviembre de 1986, cuando un coche bomba estalló frente al consulado turco en Victoria. El grupo extremista islámico indonesio Jemaah Islamiyah atacó en Bali el 12 de octubre de 2002. El ataque terrorista fue el acto más mortífero en la historia de Indonesia, con 202 muertos, de los cuales 164 eran extranjeros y de estos, 88 eran australianos.
Pese a estos atentados contra sus ciudadanos, Australia siempre ha mantenido una firme postura junto a Estados Unidos y Reino Unido desde el inicio de la "guerra contra el terrorismo" islámico en septiembre de 2001. Las fuerzas armadas australianas mantendrán su actividad en el exterior, afirmó el gobierno del primer ministro Tony Abbott. El gobierno australiano dijo que tomaba el ataque de Sydney como un "mensaje" que debía ser debidamente respondido. Igualmente, señaló Abbot que el terrorista iraní Man Haron Monis "tenía un largo historial de delitos violentos, extremismo e inestabilidad mental". Todo indica que Australia, como EEUU y Reino Unido, mantendrá su alto perfil en la lucha contra el terrorismo islámico y que el ataque de Sydney en todo caso sólo acentuará la postura del país anglosajón en la materia.