La tarifa de transportes escolares aumentará otro 18 por ciento a partir de abril, producto del encarecimiento de los combustibles que traccionó la guerra entre Rusia y Ucrania. El valor ya había subido en marzo entre un 25 y 35 por ciento, completando un 53,4 por ciento sobre el valor de 2020, ya que en 2021 prácticamente no había habido incremento.
El rubro viene de un par de años de sangría, ya que en 2020 no trabajó ni tuvo ingreso debido a la virtualidad, y el año pasado comenzaron a hacerlo recién a partir de septiembre, por lo que casi no se tocó la cuota dado que había pocos niños y poca demanda. Calculan que unos 150 transportistas se fueron de la actividad en los últimos dos años, por diversas razones, principalmente el parate sufrido durante las restricciones, pero también hubo otros factores que golpearon.
“A nada de arrancar ya tenemos en el lomo un aumento de combustible, que incide en forma directa en nuestra actividad. Pero además, a raíz de eso nos aumentan otras cosas como los neumáticos”, refirió la presidenta de la Asociación de Transportes Escolares de Rosario, Sel Ruiz Brizuela. La referenta contó que en 2019 pagó una cubierta para su vehículo por 20 mil pesos, y hace una semana compró la misma por 60 mil pesos.
Pero, como sucede en casi todos los rubros, el incremento de la estructura de costos es transversal al desarrollo de la actividad, porque se incrementaron los repuestos y la mano de obra, que el mecánico suele cobrar en referencia a ellos; y el alto valor del dólar también aumenta la cotización de los vehículos, que eleva la prima que se paga en concepto de seguro.
Hoy una Traffic modelo 2017 cuesta entre 3,5 y 4 millones de pesos, por lo que es imposible comprar una nueva. Los transportistas sobreviven con las mismas unidades que tenían antes de la pandemia, ya que el que poseía algún ahorro se lo gastó en 2020 cuando no pudo trabajar. Por eso, el Concejo dio una prórroga de un año más a los modelos 2005 que cumplían los 15 años que marca la normativa como límite.
Sangría
En 2019 había 428 transportes escolares en Rosario y en 2021 solo quedaban 179. Hoy son 286, 150 menos que antes de la pandemia. Hubo algunos choferes que volvieron a la actividad, pero no hay nuevos. Muchos de los que se fueron cambiaron de rubro y trabajan haciendo envíos para correos como Andreani o Correo Argentino. Otros vendieron el coche y ya no están trabajando.
Los que quedaron tienen trabajo porque absorbieron los chicos de los que se fueron, porque la clientela disminuyó mucho. Cada transporte lleva entre 10 y 18 niños a la mañana y otros tantos a la tarde, lo que arroja un total aproximado de 4.500 chicos por turno, mientras en 2019 eran unos 6.500. “Te das cuenta al llegar a la escuela. Antes éramos siete transportes y tres o cuatro autos de padres. Ahora son dos transportes y autos a mansalva. Los papás optan por llevarlos ellos, se organizan entre varios padres tipo ronda, uno los lleva y otro los devuelve”, detalló.
Entre los factores que impactan en la actividad, Ruiz Brizuela menciona también el Boleto Educativo Gratuito: “Hoy competimos contra cero pesos, al padre le conviene mucho más enviarlo o llevarlo en transporte público”, señaló. La pandemia también provocó una reorganización de la familia, como el home office, y a raíz de que los niños estaban en la casa, hubo familias que tomaron niñeras que antes no tenían, y son ellas las que los retiran.
Además, los remises truchos que llevan chicos a la escuela se multiplicaron, y si bien se han quejado ante la Municipalidad, no parece ser un problema que se vaya a combatir. La diferencia de precios es considerable: 9.500 del transporte contra 4.000 pesos del auto ilegal, que es un riesgo porque no tiene seguro de pasajero transportado, sino solo una póliza simple de vehículo.
Pero incluso apareció un fenómeno nuevo: producto de la necesidad, muchos padres que se quedaron sin trabajo, para mantener los gastos del coche y llevar a su hijo sin que le genere costo, llevan a los compañeritos cobrándole una suma a los otros papás. Otra muestra del ingenio argentino ante las situaciones de crisis.