La mano viene complicada en la institución de barrio Tablada. Ayer el elenco dirigido por Osvaldo Diez dejó escapar una inmejorable posibilidad de obtener una victoria. Tuvo todo para ganar pero le faltó ideas para doblegar a un Berazategui que finalizó con ocho jugadores: dos expulsados, y su arquero que salió lesionado cuando ya se habían realizado todos los cambios. Y en cuanto al juego, lo hecho por ambos equipos en los 90’ fue para el olvido.
“Es lo que hay, más no se puede pedir”, soltó un plateista después de la igualdad del charrúa ante el Naranja. Y el hincha no se equivocó. Córdoba está pasando por un período de transición. Tuvo que comenzar todo de cero. Con 14 jugadores de inferiores se armó un plantel para hacer frente a un torneo de Primera C muy complicado. Los resultados no lo acompañan. Su cosecha es muy pobre.
El encuentro fue muy malo. Los visitantes llegaron dos veces con peligro y el arquero Leonel Poropat con dos atajadas los privó de ponerse al frente del marcador. Y el dueño de casa ni se asomó por el área rival.
En la etapa final llegaron las expulsiones, dos en cada equipo. Y en los últimos diez minutos Berazategui se quedó sin su arquero, que se lesionó cuando no había más cambios. Al arco fue el recién ingresado Cuesta.
Cómo será lo pobre del charrúa que desde ese momento sus jugadores jamás remataron al arco.
Los minutos pasaron, el nerviosismo fue el común denominador y así se esfumó una vez más la ilusión de ganar el primer partido en el Gabino. Por eso, el hincha se retiró defraudado.