Arqueólogos rosarinos descubrieron en Santo Tomé 42 esqueletos milenarios Un
grupo de arqueólogos rosarinos que desde marzo del año pasado excava un conjunto de enterratorios
en una calle de Santo Tomé logró identificar ya, en una parcela de sólo 24 metros cuadrados, 42
esqueletos humanos de mil años de antigüedad. El trascendente descubrimiento podría ofrecer datos
nuevos sobre la historia de la región, las características de la población e incluso las
condiciones climáticas. Los restos fueron trasladados a Rosario para ser estudiados en un
laboratorio privado, antes de ser depositados en un museo del lugar de origen.
Si bien el grupo de investigadores trabaja desde 2003 en distintos sitios, el
caso particular de los enterratorios de la calle Roverano al 300, en Villa Adelina Este (acaso el
más impactante de los descubrimientos que hicieron en el marco del mismo proyecto), comenzó el año
pasado. Fue en marzo cuando un grupo de vecinos avisó que, después de las intensas lluvias, habían
aparecido vasijas.
Había un antecedente. En 2004, un vecino había hallado un recipiente de cerámica
entero mientras clavaba una estaca, lo que llevó a los arqueólogos a poner atención en la zona.
Pero lo de calle Roverano no eran cacharros ni mucho menos: se trataba de cráneos humanos. Ante el
peligro inminente que corrían estos restos por estar en medio de una calle, se resolvió clausurarla
y aislar el lugar. Se delimitó una parcela de seis metros por cuatro, donde comenzaron a excavar.
Primero aparecieron seis esqueletos, que a poco de andar se convirtieron en 27, hasta llegar, sólo
en esa superficie, a 42.
"Nos encontramos con una zona de enterratorios múltiples, en plena calle",
recordaron a LaCapital Rosario Feuillet Terzaghi y Sandra Escudero, directoras del proyecto,
quienes calculan que el cementerio milenario se extiende varios metros por fuera de la calzada.
Primarios y secundarios. Según explicaron, hay dos tipos de enterratorios: los
primarios y los secundarios. Los primeros son de personas que fueron enterradas y cuyos restos no
se tocaron más. Los secundarios son conjuntos de huesos que seguramente fueron trasladados desde
otra parte. "Podían ser personas enterradas en otras áreas, que luego fueron desenterradas, puestas
en bolsas de cuero —que después se degradaron— o atadas con lienzos, para ser
enterradas en otro lado", elucubraron. En estos casos, no están todos los huesos, sino los más
prominentes.
Un fechado de carbono 14 realizado en la Universidad de Georgia, Estados Unidos,
y financiado por la Bolsa de Comercio de Santa Fe, determinó en diciembre de 2007 que los restos
datan de hace mil años.
En esta nueva etapa, y después de reanudar las excavaciones, se resolvió retirar
los enterratorios más expuestos. "Calculamos que hay otros niveles más abajo, no sabemos hasta
dónde", dijeron las especialistas.
Etapa de análisis. Ahora, la investigación entra en una etapa de análisis para
determinar sexo, edad y posibles patologías de los restos hallados. Se va a mandar a hacer otra
datación, con un análisis de isótopos que permita ver el tipo de dieta. También se está trabajando
con piezas dentarias. "En arqueología se puede trabajar 30 años sobre un mismo sector. Se hacen una
o dos campañas por año, se recuperan nuevos objetos, que son estudiados, y los datos se incorporan
a los ya analizados", dijo Escudero.
El objetivo es determinar cómo la geografía que se conoce hoy era usada en el
pasado, no sólo por poblaciones prehispánicas, sino por las del período del contacto
hispanoindígena, como el caso de Coronda. "La idea es confeccionar un panorama regional de qué
estaba pasando aquí, y de cómo estas sociedades se adaptaron o no al medio en que estaban viviendo,
además de cómo fue la interacción o el choque cultural en el período de contacto", explicaron.
Estas investigaciones pueden ofrecer datos relevantes en cuanto a, por ejemplo,
las modificaciones climáticas. "Podemos a partir de estudios sedimentológicos saber cómo era el
clima hace mil años, los cambios y los ciclos que tuvo, algo que sería muy útil para determinar
cambios a futuro", señalaron.
Los estudios se harán en un laboratorio particular de Rosario, "un espacio
propio que fue generando a partir de la ausencia de espacios académicos", aclararon en tono de
reclamo.