Hoy el equipo argentino atraviesa una situación tan ideal como era inimaginable en la previa. Porque la serie frente a Alemania casi forma parte del pasado tras el segundo día de competencia y todas las miradas ya apuntan a la temible Francia, el rival en cuartos de final de la Copa Davis. Lo que aparecía una utopía ayer se transformó en una realidad. Con la figura copera de David Nalbandian en cancha junto a Horacio Zeballos, el equipo dirigido por Martín Jaite logró su tercer punto consecutivo en el estadio Mary Terán de Weiss del Parque Roca de Buenos Aires y cerró de manera increíble una serie que no se le presentaba favorable. Era una suerte de carne de cañón. Y ahora debe salir a jugar los puntos restantes sólo por una cuestión de agenda. El habitual peso específico se diluyó con este 3 a 0 inobjetable.
El elenco local pateó el tablero. Se hizo fuerte ante la adversidad y se metió entre los ocho mejores equipos. Ahora, y por lo que marca el resultado, parece que resolvió el asunto de una manera demasiado simple. Pero a la hora de desmenuzar lo que sucedió en la cancha esa hipótesis se desvanece rápidamente. Sería imprudente soslayar las vicisitudes que alteraron el cuadro de situación. Pero ojo, tampoco hay que quitarle los merecimientos al ganador.
Argentina ganó la serie en la cancha. Y lo hizo en equipo. Explotó las mayores virtudes de cada uno de sus jugadores, que cumplieron sus funciones siempre pensando en el compañero. Por ahí se resolvió el duelo. No hay vuelta que darle. El imprevisible y maratónico triunfo de Charly Berlocq ante Phillip Kohlschreiber del viernes, con lesión incluida del teutón, le abrió las puertas del triunfo al dueño de casa. Y la gran victoria de Pico Mónaco ante Florian Mayer potenció esa acción.
Porque Alemania quedó privada de su carta más fuerte (Kohlschreiber), que estaba anunciada para los tres días de competencia. Entonces se vio obligado a apelar a la improvisación para salir a disputar el dobles. De esa manera le simplificó las cosas a Nalbandian y Zeballos, que se impusieron por un inobjetable 6/1, 6/4, 5/7 y 6/2 ante Christopher Kas y el debutante en el certamen Tobias Kamke, quien debió reemplazar a la principal raqueta germana que ayer apareció en el estadio con muletas.
La dupla albiceleste saltó a la cancha cargando la chapa de favorito. Pero debían cumplir con los pronósticos, que no siempre tienen asidero. Y otra vez apareció la figura del Rey David, el ícono del equipo argentino. Con la naturalidad de siempre absorbió toda la presión y se encargó mostrarle el camino a Cebolla, quien respondió de forma inapelable. Fueron claramente superiores a los teutones.
Así se definió la serie. Así Argentina sepultó los fantasmas de una posible reclasificación que rondaba por Parque Roca en la previa de la serie. Con confirmaciones y hechos alentadores tanto en el plano individual como en el grupal.
Pico pudo ganar un partido importante y colocó un pie fuera del grupo de los jugadores a los que les cuesta jugar la Davis, como lo marca su historia. David fue clave desde el lugar que le tocó ocupar tras una inactividad prolongada. Zeballos hizo que no se extrañe al roldanense Eduardo Schwank en el dobles. Por último, Charly Berlocq fue el gran héroe de la serie que apenas tenía dos partidos en este torneo, y ambos habían terminado en derrota.
Lo que suceda hoy resultará totalmente anecdótico. Mónaco saldrá a jugar con Kamke y luego Berlocq hará lo propio ante Mayer. Pero los cañones ya están apuntados hacia la poderosa Francia, un hueso muchísimo más duro de roer que Alemania.