“Adriana cocina muy rico”, afirma el cartel pintado con fibras de colores que preside el comedor de la Escuela Nº 114. Al costado, otro advierte que “no hay que desperdiciar la comida que no comemos”. Es que para los alumnos de jornada completa hasta el comedor es un lugar de aprendizaje. Los niños no comen solos sino que comparten la mesa con sus maestras y se repasan hábitos de higiene y alimentación. Es más, a veces, la cocina tampoco se les presenta como una zona vedada: después de la cosecha de vegetales de la huerta, los niños ayudaron a limpiar y preparar las verduras que se sirvieron en la mesa.
Según afirma la directora del colegio, Silvia Giacobi, la experiencia de jornada completa permitió también que alumnos y docentes se sumen a varias iniciativas lanzadas tanto desde la provincia o el municipio para trabajar en las aulas. “El proyecto en el comedor surgió a través del programa Sabores y Saberes, pero participamos también de planes de fomento de la lectura, como Palabras al Viento, o de apropiación de espacios públicos y recuperación de las plazas del barrio. Aquí todos los espacios se aprovechan para aprender”, remata la docente.