La política santafesina comienza a salir del letargo tras una larga temporada
dominada por el palabrerío, las acusaciones cruzadas y el proceso de hibernación. Es verdad que
este proceso no saldrá a la luz, harta como está la sociedad de las peleas en el barro que
propusieron Néstor y Cristina Kirchner que, ingenuamente, aceptó la oposición. Peronistas,
socialistas y radicales de la provincia comienzan a advertir la cercanía del proceso electoral y se
pertrechan para la ocasión.
Agustín Rossi abrió el fuego en el campamento del PJ con sus declaraciones del
lunes en un programa televisivo, dejando claro que el kirchnerismo le devolverá en Santa Fe a los
peronistas disidentes el mismo ricino. Si el reutemismo (inmovilizado y con síntomas de cansancio
por la ausencia de señales de su líder) apuesta por afuera de las internas abiertas a nivel
nacional, lo propio sucederá con la escudería oficialista en la provincia. Un bocatto di cardinale
para el Frente Progresista que, con lunares en la gestión, ve cercana la posibilidad de seguir
comandando los destinos de la bota.
A puro voto. Para quienes sostienen que el 2011 es un mojón parecido al del
infinito, sirve recordarles el cronograma electoral que se viene: en julio, primarias a gobernador;
en agosto, comicios para designar la grilla presidencial; en septiembre, elecciones generales en la
provincia; en octubre se vota a jefe de Estado y vice; en noviembre, el ballottage.
El ajetreo con forma de urna se maximiza con el calendario de cada una de las
provincias, que le dan al año próximo una especie de competencia por postas.
Desde el Frente Progresista quedaron confirmadas en las últimas horas lo que
aquí se viene escribiendo desde hace varias semanas. El radicalismo apuesta al intendente de Santa
Fe, Mario Barletta, como principal ratio a la hora de presionar a sus socios socialistas. Preocupa
sí a los ucerreístas el escaso nivel de conocimiento que tiene el intendente de la capital
provincial en Rosario (en verdad, en la mayoría de los departamentos) y es por eso que sus
correligionarios le piden que active las acciones políticas.
El sistema electoral imperante en Santa Fe obliga a unos y a otros a extremar la
negociación para evitar ir con fórmulas propias a las primarias, teniendo en cuenta que esos
binomios luego no se pueden mezclar.
En el socialismo están convencidos de que, en verdad, la ofensiva radical pasará
por lograr en el futuro gobierno algunos ministerios. “Hay algo que dicen en la UCR y que es
verdad. Nuestro gobierno tiene poca presencia de los aliados. Es más, tiene poca participación de
los sectores del socialismo. Tenemos un gabinete binnerista”. Lo dice una referencia
importante del Ejecutivo, abriendo la puerta a un cambio para el futuro.
Táctica socialista. Pero, rápidamente muestran encuestas para mantener a Barletta en su redil.
“El debería dedicarse a trabajar por la reelección en la capital. Si el peronismo se une, la
Intendencia podría cambiar de manos. Y ahí tenemos que asegurarnos el triunfo”.
Los nombres del PS para suceder a Binner son los de siempre. El gobernador quisiera que Antonio
Bonfatti sea el candidato, pero ese nombre sería el elegido para la Municipalidad de Rosario. Rubén
Giustiniani, quien ha sido postulante en varias oportunidades, y perdió por muy poco los últimos
comicios a senador con Carlos Reutemann, es el más conocido territorialmente. Miguel Lifschitz no
pierde las esperanzas de llegar a la Casa Gris y dedica todos sus esfuerzos a intentar cambiar el
ánimo de los rosarinos, quienes últimamente le echan culpas hasta de la humedad insoportable que se
aloja en la ciudad.
Algo de razón tiene el intendente: la inseguridad (que cada vez más se convierte en
preocupación) es un tema provincial que, sin embargo, es leída por los rosarinos como
responsabilidad del Palacio de los Leones. “Nos putean hasta cuando les roban a los pibes los
celulares”, grafica un secretario municipal.
Binner sigue siendo el único trébol (aunque por los trastornos de la gestión ya no de cuatro
hojas) que tiene el socialismo y su futuro político dependerá de las necesidades del partido a la
hora de la tracción de votos, siempre monitoreando el estado de las cosas en el PJ, hoy estragado
entre el hieratismo de Reutemann y la pelea con el kirchnerismo. En el vector peronista sobran
nombres: Ricardo Spinozzi, Jorge Obeid, Juan Carlos Mercier (la tríada que largó primero), Omar
Perotti, Norberto Nicotra y hasta Oscar Cachi Martínez. No habría que subestimar los juegos de
poder del oficialismo santafesino a la hora de meter una cuña peronista por afuera del PJ o del
conglomerado disidente.
Rossi ya mandó el mensaje: los reutemistas que ni sueñen en la unidad si ese concepto no prima
en el tablero nacional. Una pregunta aún no asomó en los grandes medios pero resulta oportuno
formularla. ¿Si el “odiado” K, Eduardo Duhalde, logra consolidarse adentro de la
estructura del PJ con capacidad de derrotar al santacruceño en las internas, cuál será la relación
entre Kirchner y el Lole? El tiempo lo dirá.
Doble mensaje. Por ahora, a los duhaldistas se les encienden los ojos cuando comentan del libro
a punto de aparecer sobre la vida privada de Reutemann. En eso se parecen a los referentes
kirchneristas cuando repudian los ataques a periodistas. Condenan el episodio pero los rostros no
parecen ir en coincidencia con lo que reflejan las palabras. Es un buen ejercicio de
observación.
El poco adrenalínico escenario político santafesino se contrapone con el surrealismo que gana
las tablas nacionales. Sumemos episodios que resultarían increíbles si esto no fuera Argentina: un
asesor de la CTA escondido debajo de un escritorio del Ministerio de Economía portando una lupa; un
ex presidente punteando nombres de periodistas para llevar adelante una botoneada con forma de
escrache; algún analista político caracterizado por la mesura tildando de “nazi” a un
gobierno elegido por el pueblo; un jefe de Gabinete perdiendo el control dialéctico en la discusión
con un par de vedetongas, un gobierno gastando millones en la televisación del fútbol, pero
rechazando publicidades privadas. Y siguen las firmas.
Un legislador kirchnerista se ríe ante el detalle episódico de la Argentina surrealista, pero
susurra al oído: “No se olvide de lo más extraño de todo. Un vicepresidente de la Nación que
hoy por hoy asoma como el principal candidato a jefe de Estado de la oposición”.
Y claro que tiene razón el informante K.