A Ricardo Alfonsín, diputado nacional por la UCR, ex candidato a presidente de su partido en las elecciones de 2011, le toca ahora empujar como un dirigente más una construcción política que se propone desafiar la hegemonía peronista: el flamante Frente Amplio Unen (FAU). Cree y está persuadido de que la nueva coalición de centroizquierda alcanzará el poder en 2015. Para ese objetivo supremo, en un eventual ballottage, deberán acordar con todas las fuerzas políticas que queden fuera de juego en las generales. "En la segunda vuelta tenemos que lograr que nos acompañen desde el PRO hasta el Partido Obrero de Altamira", afirma en una entrevista con LaCapital.
El diputado afirmó que la aparición de FAU en el escenario político argentino tuvo una repercusión mayor a la que ellos esperaban, y que esa es la razón de los fuertes ataques del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, cuando salió a impugnar la conformación de la coalición que integran la UCR, el socialismo, el GEN, Proyecto Sur, Libres del Sur y el Frente Cívico cordobés.
—Creo que sí. Tuvo una repercusión mayor a la que imaginábamos. Me parece que este espacio está representando a un 25 por ciento de argentinos, que algunos deben haber votado al oficialismo, pero que se están desencantando, que adhieren a concepciones progresistas, socialdemócratas, o como quieran llamarlo. Nosotros debemos ser muy coherentes, muy claros en nuestras posiciones, para que ese 25 por ciento, si nos acompaña, sepa con certeza que está votando a una fuerza que no quiere volver atrás.
—¿Cómo tomó la reacción del Jorge Capitanich, quien salió a criticar con dureza la conformación del frente de centroizquierda?
—Además de no ser la manera de comportarse de un jefe de Gabinete, esa actitud intolerante revela que están algo nerviosos. Esa preocupación los lleva a cometer esos errores de torpeza e intolerancia, porque deben tener información de que el FAU va a estar en la segunda vuelta.
—¿Por qué razón desde el FAU le regalaron protagonismo a Macri antes y después del lanzamiento?
—No entiendo por qué paso eso. El diablo metió la cola.
—Bueno, hubo declaraciones precedentes de Carrió, Cobos y Aguad en ese sentido...
—Sí, está bien, pero en las reuniones de representación institucional, donde estaban todas las fuerzas políticas, jamás se discutió la incorporación del PRO. Lilita dijo algo así, como en borrador, pensando en voz alta, pero luego hubo más de cien respuestas en contrario, incluso de la fuerza a la que pertenece la doctora Carrió (por la Coalición Cívica-ARI). También hizo algunas declaraciones parecidas (Oscar) Aguad, pero esa no era la expresión mayoritaria del radicalismo. Esa discusión se dio más en los medios, no dentro del FAU.
—Sin embargo le escuché decir a usted que el FAU no descarta un posible acuerdo con el PRO en caso de llegar a segunda vuelta...
—Eso es otro cosa. Lo dije y lo creo que en la segunda vuelta nosotros tenemos que lograr que nos acompañen todos los que no nos votaron para ganar, desde el PO de Altamira hasta el PRO de Macri.
—¿Cree que finalmente van a ser cinco los precandidatos del FAU en las Paso o llegado el momento se va a ralear la grilla?
—Hoy están (Fernando) Pino Solanas, (Hermes) Binner, (Julio) Cobos y (Ernesto) Sanz. Lilita dice que no sabe qué va a hacer. Ahora dice que quiere ir por la Gobernación de Buenos Aires...
—¿Eso no traería un conflicto interno con Margarita Stolbizer?
—No creo. Pero si surgiera un problema así, para solucionar eso están las Paso.
—¿Usted, como dirigente radical, para quién va a trabajar para que gane la interna: Sanz o Cobos?
—Voy a trabajar para un radical. Pero ahora no considero prudente ni tengo demasiadas razones para inclinarme por uno o por otro. A medida que se vaya intensificando el debate interno puede ser que aparezca alguna razón para justificar una definición a favor de uno u otro.
—Pero personalmente debe tener más empatía con uno que con otro.
—No, tengo la misma consideración para ambos.
—¿Cómo hace el FAU para despejar ante la sociedad lo que fue la experiencia de la Alianza?
—Explicando los motivos por los cuales van a procurar establecer esa asociación: quieren instalar el miedo al cambio. En realidad no se tratan de situaciones comparables, porque las herencias no son las mismas. No vamos a heredar una convertibilidad, que era una bomba de tiempo y que se llevaba puesto a cualquier gobierno. El contexto internacional es totalmente diferente al que existe hoy. En ese momento el mundo era adverso para la Argentina, no soplaban vientos a favor. Y, por otro lado, no son las mismas personas las que están siendo protagonistas de este acuerdo (por el FAU). La mayoría de ellas no tuvo ninguna responsabilidad primordial en aquel gobierno.
—Usted dijo que la herencia va a ser distinta. ¿Coincide entonces con lo que dijo Cristina Fernández de que le va a dejar un país mejor al próximo presidente?
—Eso no es demasiado difícil. En el 2001 tocamos fondo porque estalló la bomba que encendieron los que hoy están gobernando. Claro que va a ser una situación mejor, y espero que se abstengan de hacer macanas ahora para no complicar más la situación. Espero que comiencen a hacer las cosas en serio, a reparar errores que cometieron y que explican los problemas que estamos teniendo en la actualidad.
—¿Qué errores tendrían que corregir para no dejarle una bomba de tiempo al próximo gobierno?
—Reparar daños institucionales, que también tiene que ver con lo económico. Eso no es demasiado difícil: se necesita convicción republicana, transparencia en el ejercicio del poder; generar confianza para que vengan inversiones. Después, combatir la inflación en serio, no solamente reconocerla; recomponer los números en las cuentas fiscales, tratar de lograr equilibrio fiscal para dejar de emitir moneda; mejorar el tipo de cambio para generar competitividad en nuestros productos. El gobierno no está haciendo lo mejor. Me parece que se asustó, le ganó el miedo y se pasó de la raya. Está haciendo un ajuste muy severo que lo están pagando los sectores más débiles de la sociedad.
—Pero el kirchnerismo, lejos de asustarse, los desafía y le dice a la oposición que no se ilusione con el fin de ciclo...
—Está bien, que digan lo que quieran. Yo les digo que no se ilusionen ellos. Pero también les diría que no se desilusionen, que no bajen los brazos, porque se deben estar dando cuenta de que aquella revolución que creían que estaban haciendo es imaginaria. Luego de diez años de vacas gordas tenemos peor educación que antes, peor seguridad, peores trenes, menos energía que antes, las mismas industrias que teníamos en la década del noventa, tenemos más trabajo en negro y están subiendo los niveles de pobreza.
—Da la impresión de que Cristina a usted lo aprecia. Siempre rescata la figura de su padre. ¿Lo advierte así?
—Desde que mi padre falleció hubo una actitud de mayor consideración. No hasta que estuvo enfermo. Si en realidad sentían esa admiración, la verdad es que lo disimulaban muy bien.