"Dios" y "gracias". Ambas palabras sonaron anoche aún más que los nombres Melani y Florencia, las hermanas Aranda, de 14 y 12 años, fallecidas en el International Park del Independencia tras caer al vacío desde la Vuelta al Mundo. A ellas estaba dedicado el acto, pero su familia decidió que fuera así. Porque es gente de fe y dicen, una y otra vez, que sobrellevan la tragedia sólo por la ayuda de Dios.
Los padres, abuelos (ambos pastores evangélicos) y abuelas, sus tíos, hermanas y primos decidieron que la reunión fuera distinta: sin pedidos de Justicia ni pancartas. Y lo lograron: hubo cantos, oraciones, alabanzas, lectura de la Biblia y brazos en alto, y sonaron las palabras "amén" y "aleluya" como en un templo. Pero aún así, no pudieron evitar una congoja colectiva, ni el llanto de muchas de las casi trescientas personas que se acercaron a dar su apoyo, entre ellas, la intendenta Mónica Fein.
Allí, en el parque de 27 de Febrero y Oroño, se realizó el acto donde murieron el 10 de agosto pasado las nenas y quedaron heridas una tía y Jackeline, una hermanita de las chicas que camina en un andador ortopédico. Con la Rueda Gigante como fondo, donde cayó desde 30 metros la taza en que iban las nenas, se montó un modesto escenario. No hubo flores, sino fotos y frases. "Flor y Mely", se leía en un afiche con los rostros de ambas adolescentes estaban coronados dentro de corazones. En otro, a color y como gigantografía, se las veía de cuerpo entero con buzos rayados y en medio de la frase: "Ya verás, ya verás, que algún día allá en el cielo nos volveremos a encontrar".
Dos colectivos llenos arribaron al lugar desde Rafaela, porque allí vivían las nenas y aún vive su familia. Amiguitas de la escuela, vecinos, familiares y feligreses de la iglesia llegaron y se enfundaron en pecheras que rezan: "Hoy y siempre en nuestros corazones...princesas". Pero cuando esto sucedió ya había una rueda de mujeres, oficiando de anfitrionas y cantando, y un equipo de sonido bien potente que inundaba el parque de música cristiana.
El primero en hablar, abajo y arriba del escenario, fue Cristian Aranda, el papá de Melani y Florebncia. Repitió que no estaban con su gente allí para pedir Justicia, sino para "alabar a Dios". Y agradeció: "Al personal del Hospital Vilela, principalmente a la psicóloga Liliana (Bossus) que estuvo con nosotros desde el comienzo y me acompañó a la morgue, a la intendenta y su gente, a los rosarinos, a los que están acá". Le dedicó palabras especiales de consuelo a su prima, quien junto a su marido invitó esa tarde de hace dos meses a las nenas al parque.
Natalia Camo, la mujer, ayer observaba todo muy conmovida desde una silla de ruedas. Es esposa del taxista Ricardo Castro, quien llevó a su hija de 8 años y a las nenas Aranda esa tarde de pleno sol al parque, donde el Sindicato de Peones de Taxis organizaba una fiesta por el Día del Niño.
El abrazo. La intendenta Mónica Fein llegó acompañada por su marido y de la secretaria de Promoción Social, Cecilia González, y se fundió en un abrazo sostenido con el padre de las nenas. El público aplaudió. Más tarde recibió la bendición de los abuelos de Melani y Florencia quienes posando sus manos en la cabeza de Fein pidieron por su entendimiento y sabiduría.
La mamá de las nenas, Mercedes, recordó la tarde en que las dejó ir al parque y se consoló. "Si Dios se las llevó es por algo". Y uno de sus abuelos, José Acosta, contó que la tarde de la tragedia ellas habían pasado por Rosario antes de ir a Villa Gobernador Gálvez donde su iglesia celebraba cuatro años de existencia.
"Ellas me habían preparado souvenirs y centros de mesa con un versículo del libro de Isaías (49:22)", dijo el hombre quien leyó las palabras sagradas ante todos y en memoria de sus nietas. Y también una de sus abuelas, Liliana Acosta, pidió un aplauso por sus nietas. Todos bramaron un "gloria a Dios".