“Aprender ¿qué debe uno aprender de una enfermedad? No me gusta llamarla así, no me siento enferma, me siento angustiada, enojada, por momentos me desorganizo; otras veces siento un despertar, una alegría inmensa al observar a mis hijos crecer. Podría llamarlo el síndrome de la auto-observación. Me pregunto ¿dónde estoy? Miro desde lo alto, ¿por dónde sigo?. Me digo qué linda es la vida, pero me puso esta piedra en el camino. La salto, la esquivo, estudio su consistencia, su tamaño, la empujo o la acepto como parte de un todo más amplio. Ella, yo, ellos. Somos un todo. ¡Qué lindo no estar sola! ¡qué lindo ver crecer una planta, ver salir el sol, qué linda es la vida!. Gracias piedra que detuviste mi agonía y me ayudás a encontrar sabiduría. Gracias por hacerme sentir viva”. Julieta, una psiquiatra de 42 años, tiene cáncer de mama y está por comenzar el tratamiento de quimioterapia. De ese modo describió las sensaciones de este momento tan particular de su historia.
Como Julieta, cada año 18 mil mujeres reciben este diagnóstico. Muchas veces no es posible evitarlo, por eso, la principal defensa con la que se cuenta es la detección precoz. Cuanto más chico el tumor mejor es el pronóstico. De hecho, la mayoría de los cánceres de mama detectados en las primeras fases de la enfermedad son curables.
Las sociedades científicas, las organizaciones no gubernamentales y todos aquellos que intentan que se diagnostique a tiempo el cáncer de mama se unen con un objetivo común cada año: concientizar, lograr que se pierda el miedo a los controles, fomentar el autoexamen, y en el caso de que la enfermedad se presente ofrecer los mejores y más eficaces tratamientos, brindar una atención personalizada, proponer la reconstrucción mamaria cuando hay que recurrir a una mestectomía, y contener a esa mujer desde diversos puntos de vista para que pueda superar la enfermedad.
Octubre es mundialmente reconocido como el mes de la lucha contra el cáncer de mama. Rosario no está fuera de este plan de concientización, y este año, por primera vez y gracias al impulso de profesionales de la ciudad, el Monumento Nacional a la Bandera permanecerá iluminado de rosa (con un aporte de la compañía Philips). Ese color es símbolo de la batalla que emprenden tantas mujeres, tantas familias. Es el color que representa la esperanza de la curación pero también la posibilidad de que cada vez se detecten con mayor celeridad los tumores.
Un grupo de médicos de la ciudad es el que impulsó esta acción de difusión en el monumento, como se hace en otras partes del mundo. Son los representantes de entidades científicas de Rosario y la región que el próximo 2 de octubre realizarán la quinta jornada consecutiva de patología mamaria donde los concurrentes recibirán una actualización sobre cáncer de mama y donde se tratará la importancia del trabajo interdisciplinario.
Richard Quiroga, médico tocoginecólogo dedicado a la mastología que trabaja en salud pública y privada, y Sandra Filiciani, médica cirujana plástica, coordinadora del grupo interdisciplinario de patología mamaria hablaron con Más sobre la relevancia de este encuentro, las mejoras en diagnósticos y la importancia de la reconstrucción de las mamas cuando la mujer tuvo que pasar por una mastectomía o cuando el tumor que le extirparon era grande y dejó huellas.
“Lo primero que tenemos que decir es que la mayoría de las mujeres con cáncer de mama no tiene ningún antecedente familiar, por lo tanto, todas las mujeres de más de 40 años deben realizarse controles médicos en forma anual. En el cáncer de mama la detección temprana es fundamental ya que los tumores de menos de 1 centímetro tienen hasta el 90% de probabilidades de curación”, remarcó Quiroga.
El médico dijo que hay mujeres que por temor no concurren al ginecólogo y no se realizan la mamografía (que es el estudio por imágenes recomendado para detectar tumores). “Les digo que deben vencer ese miedo porque siempre es mejor saber. Si se palpan algún bulto, por más pequeño que sea, o si tienen dudas deben consultar. Pueden hacerlo con su ginecólogo o con el médico de confianza, pero el tiempo es una variable de mucho peso en esta enfermedad”.
Quiroga, que trabaja en el Cemar y en el hospital Roque Sáenz Peña mencionó que en los centros de salud municipales se detectan unos 70 nuevos casos por año y que el 60% es en estadíos tempranos. “Las campañas y la concientización que, sobre todo, hacen los médicos de atención primaria va mostrando sus efectos pero siempre queda mucho por hacer y aún encontramos mujeres que llegan con tumores avanzados, y eso no sólo sucede a nivel público”.
Respecto a la tarea que realizan los profesionales de distintas especialidades y que forman parte del equipo que una mujer con cáncer de mama necesita para superar el trance de la enfermedad, Quiroga señaló que “lo ideal es estar en un mismo centro, pero no siempre eso es posible; hay que pensar que luego del diagnóstico entran en juego el mastólogo, el patólogo, el especialista en imágenes, el cirujano, el oncólogo, el psicólogo, el radioterapeuta, el cirujano plástico. Tenemos que lograr estar interconectados y manejarnos con los mismos criterios y en la misma línea de acción para facilitarle a la mujer su tratamiento”.
Hoy ya no se acepta que una mujer que tuvo que pasar por una mastectomía como parte de su terapia para vencer al cáncer no pueda acceder a una reconstrucción de sus senos. Allí tiene un rol central el cirujano plástico que intentará devolverle a esas mamas la naturalidad y la forma que tenían antes del cáncer. No es una tarea simple, asume Sandra Filiciani, quien a su vez asegura que los adelantos médicos y científicos de los últimos años permiten que los resultados sean cada vez mejores.
“Junto a la paciente tenemos que enfrentar este problema y debemos hacerlo con las mejores herramientas. Creo que las mujeres damos batalla en esto como lo hacemos en todos los aspectos de la vida”, reflexionó la médica.
“Reconstruir el cuerpo es importante para recuperar la confianza y la autoimagen. Hay que pensar que esa mujer ha pasado por muchas etapas, que ninguna es fácil y que una vez que el tratamiento termina están estas cirugías en las que intentamos mejorar todo lo que se pueda sus mamas. Yo siempre prefiero hablar de modificaciones y no de pérdidas, y es clave que la mujer sepa que trabajamos para que esos cambios no sean tan severos. ¿La mama será la misma de antes? No. Pero vamos a lograr algo parecido y en algunos casos, por qué no, hasta puede ser mejor”, dijo Filiciani.
La mama que ha pasado por una cirugía a causa del cáncer, que ha recibido radioterapia, no está en las mismas condiciones que la de una mujer que, por ejemplo, se va a poner un implante por estética puramente. “Tenemos que saber que puede haber complicaciones porque la paciente que viene de una mastectomía y de radioterapia será más proclive a infecciones o pérdida de tejido después de la operación. Lo bueno es que ahora podemos recurrir a las inyecciones de grasa de la propia paciente que logran buenos resultados al punto de que una mama en la que hacemos esta técnica mejora mucho y el tejido se comporta como si no hubiese pasado por la radioterapia. Entonces podemos ir a un expansor o un implante en mejores condiciones”.
Tomar conciencia, ir una vez al año al ginecólogo, darle importancia a la propia salud son acciones aliadas de las mujeres. Octubre y sus múltiples actividades contra el cáncer de mama proponen reflexionar, y actuar.