La situación que se vive en el país por el dengue obliga a hacer una mirada retrospectiva hacia el 2009, año en que el país vivió la peor epidemia de la enfermedad en su historia.
La situación que se vive en el país por el dengue obliga a hacer una mirada retrospectiva hacia el 2009, año en que el país vivió la peor epidemia de la enfermedad en su historia.
En el ámbito local, la situación no pasaría por alto. Rosario llegó a tener 18 casos autóctonos confirmados, siendo el de una mujer residente en Cabín 9 el primero de ellos. El Cemar fue autorizado por el Instituto Julio Maiztegui a realizar análisis de detección de dengue producto del colapso que sufría por la cantidad de muestras que llegaban día a día a su sede, en Pergamino. De hecho, en la provincia sucedió un caso particular: en la comuna de Hersilia, cercana a Santiago del Estero, 400 de sus entonces 2.700 habitantes presentaron síntomas sospechosos e hicieron colapsar el hospital. Se confirmaron que nueve de ellos fueron autóctonos.
El mal del dengue comenzó a propagarse desde principios del 2009, cuando el virus ya hacía estragos en Bolivia. La primer vida que se cobró fue en Tartagal, Salta, cuando un anciano de 65 años falleció tras estar internado varios días sufriendo las consecuencias del dengue hemorrágico. Se comenzaban a encender las alarmas por un posible esparcimiento de la enfermedad en el país.
Mediaba el mes de abril y los datos oficiales del Ministerio de Salud de la Nación hablaban de más de 9.673 casos autóctonos confirmados, 642 importados y tres de dengue hemorrágico. Las provincias de Chaco y Catamarca eran, según el informe, quienes más sufrían por el brote, ya que presentaban 5.116 y 2.566 casos, respectivamente.
La particularidad de esta epidemia fue que el virus se pudo establecer en varias provincias, desde Salta hasta La Pampa, incluyendo Buenos Aires y Capital Federal: se habló de 18 provincias que llegaron a confirmar, por lo menos, un caso entre sus habitantes. Incluso circuló la versión de un caso importado en Santa Cruz.
Según especialistas, las ciudades de Tartagal —que había sufrido la destrucción por aluviones unos años antes— y Orán, ambas de Salta, fueron las más castigadas por el brote del mosquito Aedes Aegypti. En ambas se presentaron las primeras muertes por la picadura del mosquito, junto a una tercera en Charata, Chaco.
Hacia julio los casos comenzaron a disminuir, gracias a arduas campañas de concientización en todo el país para desinfectar y descacharrizar todos los sectores que pudieran ser potenciales lugares para la correcta evolución de las larvas del mosquito.
Según datos oficiales de la Nación, se contabilizaron cinco muertes de los 26.644 enfermos de dengue y tres de dengue hemorrágico.