Con el final del año futbolístico (en realidad del semestre que comprende a la actual temporada) el balance se impone. Pero no por una cuestión caprichosa, sino porque es necesario hacerlo, más aún por parte de los dirigentes, el técnico y los jugadores. La primera gran sensación que entrega este análisis es la que gobierna el semblante de todos los hinchas de Rosario Central: se trató de una mitad de torneo muy buena, por la sencilla razón de que el equipo de Miguel Angel Russo finalizó el primer tramo de competencia en la ubicación deseada (léase en puestos de ascenso). A partir de ahí las conjeturas que se pueden trazar son innumerables y no estaría bien obviarlas, porque forman parte, importante por cierto, del tránsito de menor a mayor que mostró Central para encontrarse hoy aferrado más que nunca a la ilusión. Cuando allá por mediados de julio Russo desembarcaba (por tercera vez) en Arroyito lo hacía con un objetivo claro, que no se prestaba a dobles lecturas ni nada que se le parezca. No es caprichoso entonces hablar de que la mirada analítica y crítica hoy deba apuntar inexorablemente hacia el lado positivo.
Tanto se ha dicho y se ha escrito en este último mes acerca del vuelco que evidenció el equipo que a esta altura ya puede sonar repetitivo y, si se quiere, hasta cansador. Pero no está mal repetirlo una y mil veces, por más que canse. De aquel ultimátum que parecía tener el técnico en la previa del choque ante Defensa y Justicia, se desembocó en lo que hoy se destaca como una gran primera rueda de campeonato. Fue una búsqueda de resultados con el pie en el acelerador, con los rebajes lógicos en eso de trabajar los partidos de determinada manera, muy distinta a la que se venía mostrando.
La resultante de eso son los 31 puntos y el segundo lugar (por diferencia de goles pertenece al Canalla) que se comparte con Gimnasia y Esgrima de Jujuy, más allá de que lo logrado hasta aquí no garantiza absolutamente nada. Sólo sirve como bálsamo para encarar con otro semblante lo que se viene.
Cuando parecía imposible, este equipo terminó la primera rueda (la 19ª se jugará en 2013) con los mismos puntos que los que había logrado el conjunto de Juan Antonio Pizzi. Pero bien lo dijo Norberto Speciale hace algunos días. "Aquella vez hicimos un gran torneo, sumamos 69 puntos, pero igual no nos alcanzó para ascender", esgrimió el presidente auriazul. Es un buen espejo.
El equipo de la temporada pasada también metió una seguidilla de siete victorias consecutivas, encima en el tramo final del campeonato, lo que valió llegar a ser líder, aunque a la larga de nada le sirvió. Este es otro plantel, hay otro cuerpo técnico y hasta las condiciones son distintas. La comparación apunta más que nada a subrayar que lo logrado hasta aquí es bueno pero pero de la misma forma que nada está logrado.
No obstante, la base quiere decir mucho. No es un dato menor que el equipo haya terminado en el pico más alto de su rendimiento, lo que implica que desde lo futbolístico el técnico haya encontrado lo que siempre buscó pero que a sus jugadores tanto les costó levarlo a la práctica.
El tema de los rendimientos individuales, los refuerzos (o la mayoría de ellos) que nunca fueron tal y la aparición de varios juveniles que estaban relegados es un tema imposible de obviar y que forma parte de este muy mal inicio y muy buen final de semestre, aunque estos temas ameritan un análisis mucho más fino y pormenorizado.
En Rosario Central el objetivo es uno sólo. Se cumplirá si el final de campeonato encuentra al equipo entre los tres mejores. Hoy lo está y la lectura, con todos sus matices adyacentes, se reduce a una sola conclusión: que el saldo es positivo.