Un suboficial de la Fuerza Aérea que colaboró con la fiesta previa al choque en que murieron dos chicos de 18 años en la zona de Pellegrini y Provincias Unidas declaró que esa noche no vio alcoholizado al conductor, que está siendo juzgado por el caso. "A Federico lo vi bien, en ningún momento lo vi titubear. No lo vi borracho. Estaba mi hijo también en ese auto y si yo veía que (quien manejaba) estaba mal, no se subía", dijo el militar, el último en salir del salón donde se realizó el festejo y uno de los primeros en llegar a la escena del siniestro.
El suboficial Marcelo A. declaró lo opuesto de su hijo Lucas, quien iba como acompañante en el auto y sobrevivió al choque. En la primera audiencia del juicio oral por el caso, el chico de 19 años había dicho que "Federico estaba alcoholizado" y "no estaba en condiciones de manejar". Contó incluso que antes de salir del predio de Funes donde el grupo de amigos realizó la fiesta, al conductor se le cayó la billetera y fue incapaz de juntar sus tarjetas del piso. Agregó que por la autopista Rosario-Córdoba avanzó a 160 kilómetros por hora, que tomó cerveza de una botella compartida en el auto y que al llegar a la ciudad le pidieron que frenara pero no lo hizo.
Su padre, un militar integrante de Cascos Azules con 28 años de antigüedad, declaró ayer como uno de los testigos citados por la defensa de Federico Gómez. El joven, de 19 años, está acusado del doble homicidio culposo de Emiliano Cáceres y Facundo Aguirre. Además expusieron un amigo del conductor que había asistido a la fiesta y dos empleados de la estación de servicios YPF de Pellegrini 6850. El hijo del suboficial, como testigo privilegiado del trayecto que hizo el auto esa noche, guiará hoy un recorrido que harán las partes y el juez Juan José Suárez desde el salón hasta el lugar del hecho. Gómez, en libertad, participará de la medida.
"Estaban contentos porque había salido todo bien. Les pregunté si alguno quería que lo llevara y me contestaron que no porque se iban a juntar en Rosario. Mi hijo Lucas estaba entre ellos. Les pregunté si estaba todo bien, si iban a ir tranquilos y me dijeron que sí. Abrieron el portón lateral y salieron", relató. Otros jóvenes se fueron en dos autos. Y él, según contó, se fue último, luego de cargar la bebida que había sobrado en su utilitario Peugeot Partner.
Más de una vez las preguntas de las partes lo llevaron al momento previo a la salida del Fiat Uno del lugar. Es que los dos sobrevivientes dijeron que Gómez estaba alcoholizado al salir de la fiesta. A. sostuvo que no lo percibió así: "Cuando hablo con ellos y los mando a limpiar estaban todos iguales, normales. A Federico lo vi bien. Si yo veía que estaba mal no salía ese auto. Se podían quedar todo el tiempo que quisieran en el predio. Yo me ofrecí a llevarlos". Y ante un requerimiento puntual de la fiscalía detalló: "Lo vi juntando vasos. Me acerqué. Estuve hablando con él. Yo no sentí aliento alcohólico".
Cuando se retiraba del estrado pasó muy cerca de la primera fila de bancos. "Pudo ser tu hijo", le dijo la mamá de Emiliano, y la frase quedó retumbando en la sala donde el viernes se escucharán los alegatos finales de las partes.
"El estaba muy mal, destrozado"
“A Federico lo fui a visitar un par de veces. Estaba destrozado. Se comportaba como un chico pequeño. A veces se paralizaba, se ponía duro, no hablaba ni respiraba”, contó al declarar a pedido de la defensa Daniel B., de 19 años y amigo del conductor acusado desde los 4, quien esa noche fue y volvió de la fiesta en un colectivo. “Estuvo en tratamiento psiquiátrico. Hace poco que se recuperó. Estaba mal. Lloraba. Se acordaba del momento y le destrozaba el corazón”, dijo.