La ciencia local celebra. En la misma semana que se concretó la inauguración formal de la planta de Keclon, la empresa biotecnológica fundada por investigadores locales del Conicet, que se dedicará a la producción de enzimas para reducir desechos e incrementar la eficiencia en la industria aceitera y la industria de la alimentación, la investigadora del Conicet en el Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos de Rosario (Iprobyq) María Rocío Meini fue distinguida en la 15º Edición del Premio Nacional L'Oréal-Unesco “Por las Mujeres en la Ciencia” por su trabajo “Revalorización de desechos agroindustriales mediante procesos de bajo impacto ambiental para obtener compuestos bioactivos ”.
Feliz por la distinción, Meini consideró que el reconocimiento es "súper importante porque permite dar a conocer el proyecto y llegar a más posibles interesados de lo que se hace en el Iprobyq".
El Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos de Rosario nació en 2014 para contribuir a la integración del sector productivo con el científico, trabaja fuertemente en la vinculación con empresas en actividades de transferencia de conocimientos, desarrollos tecnológicos y formación de recursos humanos y hoy tiene como director a Hugo Menzella, uno de los fundadores de Keclon. Todo está relacionado con todo.
Meini desarrolla su proyecto en el Iprobyq -que recientemente inauguró su nuevo edificio en Mitre 1998- junto a la investigadora independiente del Conicet Diana Romanini. La ciencia local hace muy poquitos días también celebró la puesta en marcha de este nuevo espacio que demandó una inversión en conjunto entre el Conicet y la Universidad Nacional de Rosario (UNR) de $ 87 millones, en los que también realizó aporte importante el gobierno de la provincia de Santa Fe para la remodelación del edificio, y estuvo presente el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, Daniel Filmus, para su inauguración formal.
“Que los chicos se animen a hacer las próximas empresas”, es el objetivo del Iprobyq. Y todo es posible porque “tenés lo importante que son las raices, sin ciencia básica no se puede hacer tecnología”, aseguró Menzella.
“A partir de Keclon desarrollamos un método para hacer una empresa. Buscamos que cada investigador que tiene un proyecto lo pueda transformar en una empresa y no tenga que hacerlo con un esfuerzo individual, sino en forma sistemática. Aprendimos mucho de todos los errores que tuvimos. Somos docentes en las últimas cinco materias de la carrera de biotecnología y a medida que se van egresando los alumnos la idea es que vayan para el sector productivo. La idea es hacer tecnología, no ciencia. No había institutos tecnológicos en Rosario, sí institutos científicos que son buenísimos como el IBR, los cuatro fundadores de Keclon hicimos la tesis en el IBR, pero la idea es hacer tecnología”, detalló Menzella sobre el espíritu del Iprobyq, el instituto que dirige hace 9 meses, muy contento que el lunes pasado recibió la noticia de que 7 proyectos fueron seleccionados para recibir financiamiento de la provincia.
Sobre la distinción en la 15º Edición del Premio Nacional L’Oréal-Unesco, Meini destacó que “es un empujón para mostrar los talentos que hay dentro de las investigadores jóvenes en el país”.
“El proyecto que presente es valorización de residuos de la industria alimenticia para la obtención de compuestos bioactivos. Estamos trabajando es con el orujo de uva, venimos viendo desde hace un tiempo todo lo que se puede sacar de ahí, los potenciales usos que se le pueden dar y nos estamos enfocando en la obtención de ciertos polifenoles donde hay mucho valor para la industria alimenticia y la industria cosmética frente a la tendencia de ir reemplazando todos los ingredientes más químicos de procesos, que no son tan amigables con el medio ambiente, por ingredientes que sean naturales y que sean obtenidos con tecnologías verdes”, detalló la biotecnóloga y doctora en ciencias de la biología sobre el trabajo que vienen realizando con bodegas boutique para que desarrollen el proyecto, que también podría extenderse a harina de vino que puede utilizarse para suplemento dietario con altos beneficios pero que todavía no está muy difundido.
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El proyecto está anclado en producir con tecnología de bajo impacto ambiental y se engloba en lo que es la economía circular. Meini contó que vienen obteniendo financiamiento para llevar adelante el trabajo y recientemente fueron seleccionados en una línea de financiamiento para proyectos aplicados que lleva adelante la secretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación de la provincia.
La investigadora resaltó que actualmente existe “la claridad de que hay políticas para la ciencia y la tecnología que se mantiene en el tiempo porque todas las proyectos y los procesos llevan su tiempo y hay que acompañarlos desde el inicio”. También valoró “la transformación que se viene dando en el último tiempo de conectar la ciencia con los actores privados para que luego se vaya retroalimentando para volverse lo más enriquecedor y productivo posible”.
No obstante, advirtió que aún “falta en Argentina el empujón final, la inversión privada para la investigación , ya que sólo la inversión del Estado no alcanza para hacer ciencia del nivel internacional”. En ese sentido, remarcó: “Ese sería el último empujón que está faltando, pero vamos en camino”.