Con este plafón y en la antesala de un año electoral, el gobierno nacional
decidió profundizar los lineamientos de política económica basadas en una fuerte inyección al
consumo y un control estricto para evitar una mayor sangría del superávit comercial, elementos que
le entiende le permitirán sostener las bases del modelo aprovechando el viento de cola del
repunte.
La decisión de elevar el mínimo no imponible al impuesto a las ganancias y las
líneas de financiamiento a la inversión por más de 8.000 millones a través de la banca pública son
señales en este sentido, aunque con límites para quienes siguen apuntando a la inflación y a la
fuga de capitales como los puntos más endebles de este modelo.
Más allá de las previsiones, a los indicadores reales de la economía doméstica
—que con matices— son mayoritariamente positivos, se le sumaron otros como las
restricciones energéticas que aunque a priori resulten poco felices para los industriales, en rigor
dan cuenta de una positiva evolución de la actividad manufacturera que comienza a experimentar
nuevos cuellos de botella en materia de suministros.
En el mes de mayo el consumo de energía eléctrica subió un 5,1% en forma
interanual y la demanda neta del quinto mes en el Mercado Eléctrico Mayorista (MEM) fue de 8.863,6
gigavatios por hora (Gwh), frente a los 8.435,3 Gwh de mayo, según datos de la Fundación para el
Desarrollo Eléctrico (Fundelec).
En Santa Fe, una provincia con una fuerte matriz industrial dependiente del gas,
en el primer trimestre del año este insumo entregado a grandes usuarios industriales mostró un
crecimiento global del 8,1% respecto del mismo período de 2009 (ver aparte).
Este proceso de rebote cuasi acelerado —si se lo compara con otros
momentos de la historia— que experimentó la Argentina también se traducen en un crecimiento
ininterrumpido de las importaciones. “Esta performance encuentra sustento en la rápida
recuperación de la actividad local”, señala un informe de la consultora Ecolatina.
Sin embargo, la velocidad del aumento y su impacto sobre el superávit comercial
del país “encienden algunas alarmas”, explica el relevamiento.
Un dato sustantivo es el que arroja el primer cuatrimestre del año. En ese lapso
el resultado de la balanza comercial cayó 31% interanual, con una pérdida de 1.800 millones de
dólares.
Para Ecolatina el abaratamiento relativo de los productos importados también
influye. “La aceleración inflacionaria ya consumió más de la mitad de la ganancia cambiaria
generada luego de la crisis financiera mundial”, advierte y pone en el eje del análisis uno
de los temas recurrentes para la economía argentina como es el de la aceleración de los
precios.
Este proceso se viene profundizando mes a mes. En abril de este año la balanza
comercial marcó un superávit de 1.932 millones de dólares, cifra que representó una disminución del
15% respecto del mismo período del año anterior, según expresó un informe elaborado por la
Federación Industrial de Santa Fe con datos de la UIA.
Por otra parte, según un estudio del Instituto Argentino de Ejecutivos de
Finanzas (Iaef), la devaluación del euro frente al dólar —con la correspondiente revaluación
de la moneda estadounidense— “arrastraría al peso argentino, en particular si el real
se deprecia”.
Esta situación impactaría de lleno en el intercambio comercial, especialmente
con el principal socio del Mercosur, con una fuerte desventaja para la Argentina. En este punto,
desde Ecolatina aseguran que si bien las medidas proteccionistas que adoptó el gobierno nacional en
2009 oficiaron como una malla de contención para frenar los efectos de la crisis mundial en el
mercado doméstico, en un contexto de expansión como el actual “generan tensiones
comerciales” con los socios externos.
Por otra parte, el proceso inversor no se mueve al ritmo que demanda la matriz
productiva argentina. Para el presidente del Banco Ciudad de Buenos Aires, Federico Sturzenegger,
“las posibilidades de contar con un mercado financiero que abastezca las demandas crediticias
requeridas para un crecimiento sustentable, está amenazado por la elevada inflación, por el grado
de informalidad laboral y empresarial y por el alto nivel de riesgo país”.
Sectores que traccionan
En este revival de la recuperación la Argentina vuelve a mostrar sus debilidades
y fortalezas y expone claramente cuál viene siendo el patrón sobre el cual se sustenta el
crecimiento de su economía. Así, como en otros procesos —especialmente tras la crisis de
2001— en esta oportunidad una excelente campaña agrícola con precios internacionales
entonados ofician de punta de lanza para el despegue y arrastran consigo al resto de los sectores
productivos tanto primarios como secundarios, algunos de ellos deprimidos tras la crisis
internacional.
El Centro de Estudios Económicos de Orlando Ferreres señaló que la actividad
económica creció 0,8% en mayo último comparado con abril, al tiempo que trepó un 9,7% en forma
interanual. Asegura que “el crecimiento del primer semestre sería fuerte, dada la
recuperación del sector agropecuario, que acumula un crecimiento del 52,6% anual”. Esto
responde a la mejora en la cosecha tras la sequía del año pasado, y a que la mayor parte de la
producción se concentra en estos meses.
La consultora prevé para el tercer y cuarto trimestre una
“morigeración” en la evolución agrícola, que repercutirá “en la desaceleración de
la economía en general”.
Aún así, los vientos soplan favorables para un sector que fue el primero en
experimentar los recortes de la demanda local de la mano de productores que guardaban sus ingresos
con recelo y en encarar reducciones de jornadas laborales y despidos como salida para la
crisis.
El ex titular de la Asociación de Fabricantes Argentinos de Tractores (Afat),
Héctor Sendoya, señaló que las empresas todavía están esperando las decisiones de inversión de los
productores para expresar todo su potencial de ventas, pero pese a eso, aseguró que se está viendo
una “recuperación importante en el mercado de tractores y cosechadoras con respecto al año
pasado”. Concretamente, “ahora las cifras superan 40% al ciclo anterior, pero todavía
están 20% ó 30% por ciento por debajo del 2008”, dijo.
Al referirse al volumen de operaciones, precisó que “el mercado del
tractor está en el orden de las 5 a 6 mil unidades anuales”.
En tanto, el consumo sigue acelerado y el Mundial de Fútbol actuó con fuerza
demoledora en este sentido. Un estudio de Abeceb.com indica que las expectativas de compra de los
consumidores crecen cuando se celebra un evento de este tipo. Aunque no es privativo de la
Argentina, el país muestra un dinamismo particular en la adquisición de bienes, especialmente
ligados a la tecnología. “En los tres meses previos al arranque del presente Mundial este
comportamiento se profundizó, creciendo el índice de confianza un 17,5%, situación que se refleja
en el boom de compras de televisores, principalmente”, indica el estudio.
Por otra parte, los economistas coinciden en que la demanda externa de
commodities seguirá firme a lo largo del año y el efecto motorizador de China como gran demandante
de la producción argentina no se detendrá pese a los diferendos comerciales generados con el aceite
de soja tras la decisión argentina de restringir sus importaciones de productos manufacturados de
otros rubros.
Sin embargo, el ritmo de la recuperación se ve amenazado por los coletazos de la
crisis externa en el resto de los países del mundo que intensificaron su política de salida a los
mercados mundiales para colocar su producción. Ecolatina advierte que “la mayor cosecha y la
revitalizada demanda externa no alcanzan a contrarrestar el fuerte incremento de las compras al
exterior”. Si bien el la soja empuja las ventas, a abril las exportaciones “acumulan
una suba de 13% interanual y las importaciones triplican ese desempeño”.
El último relevamiento de la consultora Investigaciones Económicas Sectoriales
(IES) señala que las importaciones del sector textil e indumentaria alcanzaron en el primer
cuatrimestre del año 438 millones de dólares, lo que representó una suba de 16,6% en comparación
con el mismo período de 2009, mientras que las exportaciones del sector sumaron 196,3 millones
dólares, pero comparadas con las importaciones, arrojaron un saldo comercial negativo de 242,3
millones de dólares.
Ni tanto, ni tan poco
Los últimos relevamientos privados de la actividad industrial de mayo indican
que creció 11% en ese mes respecto del mismo período de 2009 y acumula en los primeros cinco meses
del año una suba del 6,7%. Así se desprende del informe elaborado por Ferreres & Asociados.
Sin embargo, hace la salvedad de que “el crecimiento de este mes se ve
influenciado por la base de comparación, ya que en mayo del año pasado la industria había
registrado una caída de 11% internanual”.
En este sentido, agregó, que la actividad industrial se ubica en niveles
similares a los de hace dos años pero “no logra aún recuperar el retroceso sufrido por la
crisis del año pasado”.
Este proceso de recuperación de todo aquello que se perdió con la crisis también
tuvo en el primer semestre del año su correlato en el empleo. A principios de este año las
consultoras especializadas en contratación de personal adelantaban lo que luego se fue plasmando en
los hechos: una vuelta progresiva al statu quo anterior a la crisis.
Es decir, los analistas vaticinaron un crecimiento de la demanda de empleo para
volver a recuperar los niveles pre-crisis, que en los hechos dinamizaría la actividad pero no
superaría los estándares de años anteriores.
Así quedó plasmado en las últimas encuestas laborales. El último relevamiento de
la consultora Manpower aseguró que “la tendencia sigue siendo positiva de cara al tercer
trimestre de 2010, pero no como en los dos primeros trimestres del año”.
El gerente regional de la zona Litoral, Sebastián D’Agostino explicó que
si bien “en el tercer trimestre del año pasado estábamos saliendo de la crisis, en cuanto a
la demanda de empleo, el resultado no llegó a ser positivo. Era mayor la cantidad de empresas que
reestructuraban, que las que incorporaban personal”
El especialista señaló que ahora, ese proceso se invirtió y eso tiene que ver
con que en los primeros meses del año se empiezan a ejecutar los proyectos y los planes que se
habían desarrollado el año anterior. “Normalmente, en febrero, marzo y abril, la demanda
crece mucho porque las empresas empiezan a contratar personal para ejecutar los planes del
año”, indicó.
El conjunto de variables aportan una foto del primer semestre. La primera parte
de 2010 permitió salvar la ropa y mucho más. Los indicadores industriales, de consumo, financieros
y de empleo muestran una senda de recuperación lenta que permitió en este período volver a los
niveles precrisis, pero también dan cuenta de las debilidades que aún tiene la economía para
consolidar ese crecimiento. En ese punto se instalan la aceleración de la inflación, el desbalance
de comercial externo que se profundiza (en buena parte por efecto de la crisis mundial en el resto
del mundo) y el aún incipiente proceso de inversión que no permite dar el salto en capacidad
productiva. Como en otros tiempos surge la demanda de un service en el modelo aunque en este tiempo
habrá necesidad de profundizar algunas variables por encima de otras. El empleo informal, el acceso
a un financiamiento a tasas accesibles para las empresas y una política integral que permita
abordar la inflación no sólo bajo presiones sino desentrañando la estructura de la oferta, están en
la lista.