La política de endeudamiento externo iniciado por la gestión Macri tras el pago a los fondos buitres aleja temporalmente la restricción externa y abre la posibilidad de un año par con expansión de la actividad.
La política de endeudamiento externo iniciado por la gestión Macri tras el pago a los fondos buitres aleja temporalmente la restricción externa y abre la posibilidad de un año par con expansión de la actividad.
Sin embargo, las recomendaciones de organismos internacionales y calificadoras de reducción del déficit fiscal en simultáneo con la política oficial de reducción de las cargas sociales e impositivas sobre las empresas, promueven políticas de ajuste en el gasto público (corriente y en obras) con su consecuente impacto contractivo sobre la actividad económica.
En la misma línea se inscriben los intentos oficiales de bajar el costo laboral que, del otro lado del mostrador es el ingreso de los trabajadores y una de las principales fuentes de sostenimiento del mercado interno.
La reforma laboral y la política de metas de paritarias (denominadas oficialmente como de inflación) amenazan la recuperación salarial y pueden pinchar el consumo, que sigue siendo el principal impulsor de la actividad.
A ello hay que sumarle el efecto de la política de reducción de tasas y suba del dólar que amagó en asomar tras el anuncio de un cambio en las metas de inflación de hace unas semanas.
Si se consolida una baja de tasas y el banco central mantiene su política de no intervención, es probable que parte de las inversiones financieras de corto plazo en pesos se pasen a dólares (mucho más al proyectarse incrementos en las tasas de la Reserva Federal de los Estados Unidos) con su consiguiente impulso a la cotización del billete verde.
Si, como esperamos muchos analistas, la política de ajuste fiscal termina por moderarse, la resistencia sindical permite sostener el poder adquisitivo de los salarios y la baja de tasas con suba del dólar no avanza demasiado, es probable que la economía termine un año par con un leve crecimiento, ayudado si continúa la recuperación de la actividad en Brasil y por el impacto en la construcción y en el consumo de la expansión de los créditos indexados.
En números, la proyección para este 2018 es un crecimiento entre el 0,5 y 1,5% con una inflación de entre 18 y 22%, según los escenarios de devaluación y paritarias.