Un informe de la Universidad de Avellaneda (Undav), elaborado antes de la actualización que se realizó la semana pasada, indicó que el salario mínimo medido en dólares cayó 34,8% desde fines de 2015.
Un informe de la Universidad de Avellaneda (Undav), elaborado antes de la actualización que se realizó la semana pasada, indicó que el salario mínimo medido en dólares cayó 34,8% desde fines de 2015.
De esta forma, la Argentina cayó de la primera a la cuarta posición en el ránking de salarios mínimos en dólares.
El informe de la Undav indicó que, de acuerdo con este estudio, el salario mínimo pasó de 589 dólares a fines de diciembre de 2015 a los actuales 384 dólares.
Según datos de la Undav entre diciembre de 2015 y junio de este año la capacidad de compra del salario mínimo se redujo un 28 por ciento.
Detalla que en ese período el salario mínimo redujo su capacidad de compra de 517 a 215 litros de aceite, de 779 a 454 kilos de harina, de 388 a 279 kilos de arroz y de 535 a 377 kilos de fideos.
El Observatorio de Políticas Públicas de la universidad consideró que "en variaciones porcentuales, se trata de una merma del 34,8% en el salario mínimo local medido en moneda dura en dos años y medio".
Por otra parte, el Centro de Economía Política Argentina (Cepa) midió la del poder adquisitivo del salario mínimo contra una canasta básica de productos.
La canasta incluye, entre otros productos, leche fresca, frutas y verduras, pan, huevos, carne, pollo, aceite, azúcar y arroz.
Según el análisis presentado a principios de mes pasado, con el salario mínimo se podía adquirir 7,55 canastas en 2001, se elevó hasta 15,62 en 2015 y bajó a 9,43 en 2018.
"El análisis se realiza en dólares corrientes pero con valores de canasta a cada período", aclara el Cepa, que al mismo tiempo indica que, en relación con las jubilaciones y salarios mínimos, si bien en dólares se encuentran por encima del valor en 2001, contrastan también con el poder adquisitivo de 2015.
Guerra comercial
La "guerra" comercial desatada entre los Estados Unidos y China podría generar una "oportunidad" para la Argentina, dado que en 2019 tendría la posibilidad de incrementar exponencialmente sus ventas al gigante asiático.
Así lo analizó Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía (Cene) de la Universidad de Belgrano.
La disputa comercial entre las dos potencias económicas amenaza con retrotraernos a una etapa que parecía totalmente superada, alertó el último reporte del Cene.
En efecto, la guerra comercial fue la respuesta de las potencias a la Gran Depresión de la década de 1930 y el preanuncio de la Segunda Guerra Mundial. Luego, los acuerdos de Bretton Woods establecieron reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados del mundo, destinadas a desarmar los mecanismos proteccionistas.
"Los acontecimientos recientes parecen revivir las prácticas de aquel entonces, cuando los países recurrían al bilateralismo, a devaluaciones competitivas, cuotas y otras medidas restrictivas en materia de comercio y pagos", analizó Beker.
Y agregó que "lo paradójico es que los Estados Unidos, el país que encabezó el movimiento liberalizador, sea hoy el que se puso a la cabeza del regreso al proteccionismo, para nivelar su balanza comercial, hoy deficitaria".
Señaló que "la imposición de aranceles a las importaciones de acero y aluminio junto con otras medidas específicamente dirigidas a China, fue respondida por el país asiático con el establecimiento de restricciones al ingreso del poroto de soja y otro conjunto de productos provenientes de los Estados Unidos".
"Esto abre una oportunidad para la Argentina: sustituir los productos provenientes de EEUU alcanzados por los aranceles que les impuso el gobierno chino", evaluó.
La Argentina tiene un fuerte déficit comercial con China: en 2017, sus exportaciones sumaron 4.593 millones de dólares, mientras que las importaciones treparon a 12.329 millones.
En ese escenario, la oportunidad abierta por el conflicto permitiría reducir dicha brecha, incrementando la venta de maíz, trigo, carne vacuna, mariscos, lana y pollo. Esta posibilidad aparece limitada este año para la soja, por los menores volúmenes debido a la sequía pero abre el juego a mayores exportaciones para 2019.