Como consecuencia de la sequía que afectó a buena parte de Sudamérica desde finales del año pasado hasta febrero de este año, las previsiones de las cosechas de granos y cereales tanto para Argentina como para Brasil fueron recortadas sistemáticamente durante las últimas semanas.
Hace pocos días, en su último informe, el departamento de Agricultura de Estados Unidos (Usda) estimó la cosecha de soja argentina en 45 millones de toneladas, cinco millones menos de lo que se esperaba antes de que las faltas de lluvias cambiaran radicalmente las coordenadas del año agrícola.
La Bolsa de Comercio local maneja incluso una cifra más baja todavía de 43,9 millones, una brecha enorme respecto a lo que se preveía hace seis meses atrás.
“Va a ser un año duro aunque todavía falta cosechar, no sabemos aún el daño exacto que dejó la seca por lo que no sabemos todos los rindes para la soja y el maíz”, explicó Andrés Ponte, de la casa de corredores Enrique R. Zeni, quien agregó que si bien el clima se mantiene cálido y hubo mucha siembra tardía de soja y maíz, la baja del volumen general ya se refleja “en los precios y en las negociaciones”.
Pero a pesar de una previa que pintaba más bien oscura, el despegue de los precios de la soja en el mercado de Chicago registrado desde los primeros días de enero, con valores que la semana pasada estuvieron por encima de los 500 dólares la tonelada, permite equilibrar positivamente la balanza.
“Para soja tendremos un segundo semestre muy ajustado en cuanto a precios, los que estamos en el mercado vemos lo que pasó en Chicago desde el 15 de enero a esta parte, y no para de subir”, dijo Ponte.
Por el mismo camino avanzó Julio Calzada, director de Estudios Económicos de la Bolsa rosarina, quien estimó que los valores de la oleaginosa van a compensar de alguna manera la caída de entre 5 y 6 millones de toneladas en la producción.
“Con un precio internacional tan empinado que está en el orden de los 530 dólares es positivo el escenario, porque de alguna manera no va a ser tan fuerte la caída de los derechos de exportación, y no se va a complicar tanto la caída de la recaudación del gobierno nacional”, agregó.
Las sonrisas sojeras, casi con toda seguridad, se extenderán durante todo el año, ya que si bien algunas voces estiman que la firmeza de los precios agrícolas no podrá sostenerse la mayoría ve que la muy fuerte caída en la producción argentina y brasileña (que está en 65 millones de toneladas contra 74 del año pasado) repercutieron a nivel mundial.
Si a eso se le suman las sostenidas compras de China, y los datos que indican que en Estados Unidos la intención de siembra irá mas fuerte hacia el maíz que hacia la soja, las chances de que la cotización del poroto siga arriba son realmente muy altas.
A nivel local, la soja también lleva acumulada una recolección de alrededor de 25% desde inicios de 2012. “Si comparamos la caída en los rindes con la suba de los precios, la relación de una cosa con la otra es bastante directa”, graficó Ponte, para quien si bien será un año “para pasarlo” no se puede hablar de “desastre”, salvo en algunos casos puntuales que implican sobre todo a quienes hayan sembrado maíz.
Arrendamientos. Ese panorama de alta liquidez y cotizaciones por las nubes tendrá también su efecto sobre los precios de los arrendamientos, que según coincidieron corredores, especialistas y funcionarios no bajarán de los muy elevados precios que se pactaron el año pasado, cuando todos los récords se rompieron.
“Hace un buen tiempo que los valores de los campos no bajan, entonces si bien la rentabilidad que se puede proyectar a futuro con una cosecha normal podría indicar que los valores se podrían tocar en algo, creo que tendremos un año donde los valores serán los mismos, no debería haber demasiados cambios”, subrayó Ponte.
Claro que, para aquellos con menor espalda financiera o que más sufrieron la falta de agua, las cuentas pueden complicarse: “Va a ser un año para tener mucha paciencia con los cobros y los productores que arriendan van a tener que apelar a todas las estrategias de financiación, a los que vienen comprometidos con alquileres ya elevados les va a resultar difícil”, anticipó.
Según Ponte, los productores penarán más para pagar los alquileres pero difícilmente consigan negociar precios a la baja: “Si amagan a pedir que bajen para poder pagarlo, aparece otro a querer tomar ese campo”, dijo. “Es un año para apelar a la reserva, pero los niveles de arrendamiento se van a mantener en los niveles que ya teníamos”.
Desde la Bolsa opinan algo muy parecido. “La opinión más extendida es que no existirían bajas en los precios de los alquileres, y en los campos de muy buen rendimiento no va a bajar de los 16, 18, o 20 quintales”, aseguró Calzada.
Otra es en cambio la realidad del NOA y el NEA, donde las condiciones climáticas fueron muy duras y los arrendamientos no podrán sostener los valores pactadas en 2011. “Allí si va a haber bajas importantes en los alquileres e incluso cambios en los modelos de contrato”, dijo Calzada, quien explicó que en vez de alquilar con montos fijos se empezaría a trabajar en base a resultados, y también con un sistema de contratos con escala.
Lo que pueda pasar con esa franja de pequeños y medianos chacareros que deban afrontar precios de alquiler por arriba de sus posibilidades figura en la agenda del gobierno de la provincia. Luis Cotigiani, secretario del Sistema Agropecuario de Santa Fe, aseguró que si bien recién sobre finales de abril y mayo empezarán a conocerse los números finos de los contratos de este año es evidente que en el actual escenario de cálculo de rentabilidades y de cosecha el nivel de precios de 2011 “quedó muy lejos”.
“Este año venimos complicados y los números finales de la producción todavía son difíciles de estimar, pero hablamos de porcentajes de pérdidas que van del 40 al 60% según los lugares”, dijo.
La campaña de soja, con rindes irregulares y que se estimaba en 10 millones de toneladas en Santa Fe, no llegará a los 9 millones: “Según los lugares, estamos entre bueno y regular, y regular y malo”, dijo, aunque aclaró que la productividad es poco homogénea y dispar.
“La provincia tendrá un año de menor producción y otro tipo de rentabilidad, otro escenario”, que en principio tendría que verse reflejado también en los contratos de arrendamiento.
Para Cotigiani, esto puede desencadenar dos situaciones: o una baja; o valores idénticos a los de 2011 en donde los actores medianos y grandes con espalda financiera para seguir pagando “se comen” a los más chicos.
“Este escenario se puede dar y perderían los pequeños y medianos productores que son propietarios y arrendatarios, que lo hacen para subsistir, y ese es el escenario que nos preocupa”, explicó.
“Temo mucho ese escenario porque significaría una mayor desaparición de productores y una mayor concentración”, se sinceró el funcionario, quien deseó que el mercado de alquileres pueda recepcionar la baja de producción y rentabilidades y elaborar números más finos.
En ese punto, se mostró a favor de que se discuta la nueva ley de arrendamientos: “Tenemos que animarnos a discutir una nueva ley que contemple que los pequeños y medianos que alquilan pedazos de tierras lo puedan seguir haciendo”, ya que por si sólo el mercado necesariamente avanza en términos de mayor escala y concentración.