El gobierno cambió radicalmente el frente del problema. Consiguió u$s 50.000 millones para los próximos 3 años con el FMI, con metas que no son difíciles de cumplir. Ingresó al club de los emergentes. Está desarmando exitosamente la bomba de las Lebac. De producir ni hablemos.
Los resultados del programa económico que está aplicando el Estado serán una reducción paulatina del déficit fiscal, a costa de una reducción de la obra pública, menos envíos de fondos a las provincias, y un ajuste en las empresas públicas.
Asimismo, es muy probable que el gobierno suba algunos impuestos, y la amenaza de suspender la baja de retenciones a la soja sigue latente en el mercado.
En la actualidad el mercado registra un faltante de dólares, producto de la gran desconfianza que se desató cuando los inversores golondrinas se retiraron del mercado, ante la baja de tasas domésticas, la suba de tasas en el mundo y el impuesto a la renta financiera.
Las reservas que llegaron a ubicarse en torno de los u$s 63.000 millones bajaron a u$s 48.000 millones, esto implica que se fueron del país un total de u$s 15.000 millones. Daría la impresión que la plaza quedó limpia de capitales oportunistas.
En esta nueva etapa, el país volverá a recibir dinero del exterior, bajo el formato de préstamos vía el FMI, y seguramente algún que otro capital extranjero probará suerte, con bonos en dólares que rinden el 9 por ciento anual, y bonos en pesos con rentabilidades del 45 por ciento anual.
Si todo se normaliza, volveremos a los mismos problemas que en el pasado, volverán a ingresar dólares, y el tipo de cambio se volvería a apreciar.
Es la historia de nunca acabar. Cuando comenzó el gobierno, bajo el paraguas del gradualismo ingresaron muchos capitales, que retrasaron el tipo de cambio y entorpecieron los negocios productivos.
La salida de dichos capitales, generaron una gran incertidumbre en muchos sectores de la población, que se identifican con el sector servicios. Sin embargo, la suba del dólar le trajo alivio a muchos sectores productivos que pasaron a ser competitivos en el nuevo escenario.
El PBI de Argentina está compuesto por: 8 por ciento sector primario (de este total, sólo el 4 por ciento es agro); 4 por ciento construcción, 13 por ciento industria y el 75 por ciento servicios.
Si el tipo de cambio es alto, los sectores primarios, industria y construcción se ven altamente beneficiados, pero se perjudica el sector servicios, que es el que más gente emplea, y el que define el resultado electoral. Si el tipo de cambio es bajo, sucede exactamente lo inverso.
Todo hace presumir, que la clase política del país se mueve en los últimos años como un péndulo, en donde siempre terminan apoyando al sector servicios, y perjudicando a los sectores productivos, que se ven bien representados en las economías regionales.
En este contexto resulta llamativo que el gobierno nacional se proponga de aquí a fin de año una política de tipo de cambio bajo, y suspenda la baja de retenciones a la soja. El precio de la soja a futuro mayo 2018 es de u$s 277,50. Si cortan la baja de retenciones este precio cae automáticamente a u$s 260,00, ya que el precio actual supone la baja de retenciones.
Con un precio de u$s 260 la tonelada de soja, los productores alejados de puerto, con precios de combustibles en franco ascenso, se tienen que replantear el cultivo a sembrar, ya que si envían la soja a puerto por camión (no hay ferrocarriles) es muy probable que pierdan dinero.
Si el gobierno es más agresivo y pone las retenciones al trigo y al maíz como muchos especulan, el resultado será más desolador para las economías regionales, ya que el precio del maíz caerá a niveles de u$s 150 la tonelada, sin márgenes de rentabilidad a la vista. El trigo dejará de ser negocio, y sólo será una oportunidad en el sur de provincia de Buenos Aires en donde los rindes son muy elevados, pero habrá que sacarle la punta al lápiz, y ver si es negocio.
Podríamos hablar de muchos sectores productivos que hoy no logran una rentabilidad adecuada, la ganadería, la lechería, avicultura, el sector frutihorticola y otros. El sector industrial no pasa por su mejor momento, y el parate de la obra pública complica a la construcción.
Conclusión
El gobierno se encuentra abocado a estabilizar el tipo de cambio, bajar la inflación, y generar un efecto riqueza en el mercado de acciones y bonos. Por el momento no vemos que se contemple medidas concretas para incentivar la inversión, apuntalar a los sectores productivos y generar más empleo.
El sector servicios sigue ganando en la actual coyuntura, los bancos tendrán buenas utilidades, el sector público no ingresará en modo ajuste, y los sectores productivos deberían seguir aportando recursos para mantener a los sectores que no generan divisas, y no tiene efecto multiplicador sobre el conjunto de la economía.
Tenemos por delante un plan para llegar a las elecciones, apoyado por capitales extranjeros, sin miras de una mejora sustancial para las economías regionales, y los sectores productivos.