Con un crecimiento que se obstina en repetirse año tras año, son muchos los que
opinan que la región transita un camino que llevará, casi inevitablemente, hacia el progreso
económico. La coyuntura internacional sigue siendo generosa con los productos que se embarcan desde
los puertos del Gran Rosario, consolidado ya como gran polo exportador del país. Otros sectores,
como el automotriz o el tecnológico, aportan sin complejos lo suyo. Pero más allá de las virtudes
donadas por la naturaleza y de lo que varios especialistas consideran acertadas políticas públicas,
todavía quedan graves cuestiones por resolver.
Las falencias en infraestructura básica como rutas, trenes y servicios, más la
persistente desigualdad social que se hace visible en cualquier esquina, todavía recuerdan con
claridad que queda mucho por remontar. Apenas dos años antes del Bicentenario, quienes siguen de
cerca el desarrollo productivo local reclaman más y mejor coordinación entre el sector público, las
empresas privadas y las universidades y agitan a favor de un click mental que empuje a los
rosarinos a comenzar a creer que el crecimiento y el desarrollo esta vez si pueden ser
posibles.
Rosario, entre dos orillas
"La ciudad es moderna en algunos aspectos y en otros no. Con respecto al uso de
tecnología para la producción de alimentos, por ejemplo, es moderna. Así como en la aplicación de
tecnologías de la información en el sector privado y el público. Pero falta infraestructura, poder
de decisión local y, más importante aún, un cambio de mentalidad". El primer esbozo de respuesta
del economista Eduardo Remolins condensa los trazos gruesos de las virtudes y déficit del mundo
productivo regional de cara al primer cuarto del siglo XXI.
Con excelentes números macro en la marcha de la economía nacional y un contexto
internacional favorable al menos por el momento, Rosario parece estar ubicada en el lugar justo, en
el momento correcto. "El perfil productivo predominante en Argentina tiene eje en Rosario y su
región. Por eso la situación de bonanza general impacta más acá que en otras partes", destacó Oscar
Madoery, uno de los principales especialistas locales en desarrollo regional.
Pero además de la coyuntura, el actual vicepresidente segundo de la Agencia de
Desarrollo Rosario subrayó que existen factores propios de la ciudad que la dejan bien ubicada para
competir a nivel global. "Rosario es una ciudad con proyecto, que tiene claro adónde va y cómo
llegar hasta allí. El acercamiento entre el sector público y el privado es clave para eso. Se
crearon lazos permanentes, fuertes y estables. Desde mi punto de vista, además del buen contexto,
el tipo de gobierno local y ahora provincial son dos de los principales elementos positivos con los
que cuenta la región", dijo el ex Secretario de la Producción de la Municipalidad de Rosario.
Política de seducción
Desde el campo privado, Remolins coincidió en la importancia de un sector
público que traccione al resto de la sociedad y que se anime a tomar la iniciativa. "Curiosamente,
el sector que más empuja la ciudad hacia el desarrollo y la modernización es el sector público: el
municipal y ahora también el provincial. En esto podemos ser una vanguardia a nivel nacional.
Tenemos un tipo de política que no abunda en el país y ese tipo de política va a ocupar,
inevitablemente, un espacio a nivel nacional", apuntó el economista, para quien si bien los actores
privados son dinámicos y crean riqueza, muchas veces carecen de una mirada más abarcativa desde lo
social.
"Creo que hace falta integrar esa capacidad de trabajo y creación de riqueza en
un proyecto regional más ambicioso e integrador", agregó. A la hora de repasar lo que ocurre en la
vereda de las empresas, el académico resaltó que si bien existen en la zona una docena de grandes y
modernas plantas de multinacionales, ninguna casa matriz está radicada en el lugar. "Somos en gran
parte una ciudad-factoría y necesitamos urgentemente desplazar capacidad y poder de decisión hacia
la ciudad. Nuestro peso económico en inversiones y exportaciones no tiene un correlato acorde en
nuestro peso político y social en el país y en el mundo", explicó.
Además, Remolins se despachó analizando lo que considera el mayor obstáculo para
consolidar a la región como un centro productivo a nivel mundial: la falta de ambición o de
convicción en cuanto a lo que se puede lograr.
Para el especialista, los habitantes de la zona padecen de "una especie de
timidez o inseguridad crónica" que provoca que el progreso quede postergado con frecuencia, aún con
circunstancias favorables.
Para eso utilizó el ejemplo del tren rápido a Buenos Aires: "el gobierno decide
construir un modernísimo tren de alta velocidad que nos une con dos de las tres ciudades más
importantes del país en un proyecto único en Latinoamérica, y nuestra respuesta es dubitativa,
insegura y escéptica, en lugar de ser entusiasta", cuestionó.
"Entonces ¿cómo vamos a lograr creer que podemos tener un subterráneo, por
ejemplo? Nos van a asustar las cifras de inversión? Esa es nuestra mayor limitación, la mental. Es
duro, pero es cierto. Nada nos limita, ni la geografía, ni la cercanía a Buenos Aires, ni la
pertenencia a Argentina. Nosotros nos limitamos solos", reflexionó.
Las deudas impagas
Entre los déficit a subsanar, la falta de obras, la desigualdad social y la
escasa coordinación entre el mundo productivo y el académico aparecen al tope de la lista. Esa es
la visión de Madoery, quien actualmente participa como representante del sector público en la
Agencia de Desarrollo Rosario. "Faltan obras clave de infraestructura, y no hay desarrollo posible
sin eso". Según el funcionario, se necesitan obras viales para transporte de carga y de personas,
un mejor ordenamiento del uso del suelo, e inversiones que garanticen mejorías en servicios básicos
como la provisión de energía y agua.
Además Madoery subrayó que si no se logra que el crecimiento mejore las
condiciones de vida del conjunto de la población, va a ser muy difícil llegar a un desarrollo
social adecuado.
"El crecimiento tiene que ser integrador, porque no habrá desarrollo a futuro si
no se atemperan al menos los niveles de desigualdad que todavía persisten".
También resaltó que falta optimizar el trabajo coordinado entre los gobiernos locales, las
empresas y las universidades. "Hay que poder poner todo eso al servicio de la producción. Todavía
queda mucho conocimiento inexplotado", dijo.