Desde la visión económica, cuando los gobiernos en sus distintas formas y en el desarrollo de sus funciones, erogan por sobre su recaudación necesariamente deben tomar decisiones para sanear este "faltante de caja", tal cual lo hacemos cada uno de nosotros en nuestro plano personal y familiar.
Supongamos por un momento que decidiste darte por un tiempo unas vacaciones soñadas, cambiar el auto, encarar algún proyecto de inversión ambicioso, algún que otro gasto suntuario, es decir que te diste completa y absolutamente todos los gustos (los "permitidos"), bien merecido lo tenés.
Ahora, un detalle no menor es que una de las diferencias entre tu economía privada y la pública radica en la capacidad de esta última en generar la materia prima (dinero) para justamente "resolver" en el corto plazo sus déficits.
La famosa maquinita de imprimir dinero tiene sus consecuencias, una de ellas es la inflación y sus derivadas, la falsa ilusión monetaria de la disponibilidad y la pérdida de poder adquisitivo.
Esos "permitidos" que te diste, casi con seguridad lo hiciste teniendo en consideración que las cuentas a pagar en algún momento te llegan y de alguna forma hay que resolverlo. Como con tu tarjeta de crédito que darle vida es simple, cómodo y en muchos casos la única opción (aunque muy cara) de financiamiento. Pero, los resúmenes llegan y habrá que afrontarlos, por lo general con grandes esfuerzos y restricciones, si no lo tuviste en cuenta antes, llegó el momento y deberás hacerlo ahora.
Pero como no somos el Estado y no tenés la chance de fabricar tu materia prima, ante los desajustes en tu presupuesto tenés opciones tangibles y matemáticas de resolverlo: a) generas más ingresos, b) reducís tu gasto o c) te financiás pateando la pelota para adelante (una solución solo temporal).
Será una discusión eterna la deuda externa argentina. Desde 1822 durante la Junta de Representante de Buenos Aires cuando se faculta al gobierno a negociar un empréstito que debían ser utilizados para la construcción del puerto de Buenos Aires (entre otros fines). El Ministro de Finanzas de Bernardino Rivadavia, Manuel J. Garcia pidió un préstamo por 2,8 millones de libras esterlinas. De este monto, llego a la Argentina algo así como 570 mil libras esterlinas y en letras de cambio (cara la comisión no?). Las obras no se realizaron y se pagó este empréstito 80 años después en un monto que superó 10 veces el valor original.
Como dato duro, en los últimos 56 años (desde 1961 a la fecha) tan solo 6 años Argentina registro superávit fiscal, esto fue entre los años 2003 a 2009. El resto, 50 años la historia se repite entre déficits crecientes, emisión monetaria, deuda externa como metodología de saneamiento temporal y un ajuste que se canaliza casi exclusivamente en los privados vía suba de impuestos. Poca creatividad histórica y de poco vale echarle la culpa al chancho, sino a quien le da de comer, pero más todavía a quienes con su falta de conducta deben caer en el saneamiento de cuentas por créditos. Un espiral del que es realmente complicado salir.
Suponiendo que estás complicado financieramente y pedís asistencia. Seguramente quien te preste los pesos lo va hacer tomando en consideración tu conducta de pagos, la historia de cómo llegaste hasta aquí y deberá inferir en las chances de recuperar el préstamos. Esto se traduce obviamente en la tasa de interés que te cobrará en el desembolso.
Esta tasa de interés será el reflejo de tu conducta y también de lo que los indicadores macro digan de vos. En el caso de los países, las calificadoras de riesgo elaboran el indicador riesgo país justamente para sintetizar tu historia y ofrecerles un marco de referencia a quienes serán los financiadores. Es por eso que países incluso de nuestra región, toman préstamos a tasas muy inferiores. La conducta y la historia cuentan.
Nuestra historia económico-financiera fue y sigue siendo un poco desprolija. No quiero aburrirte con números, para eso hay especialistas. El riesgo país refleja nuestra idiosincrasia en el manejo de fondos y el cumplimiento de nuestras obligaciones. Que la calificación comience a mejorar, habla que el país con mucho esfuerzo se aleja, del país en zona de riesgo.
De esto también se trata la economía.
Gustavo Helguera / Especial para La Capital