En este diciembre caliente, Macri juega al límite con los peores recuerdos de 2001, desde el lado de la represión y el autoritarismo. Mientras sus voceros acusaban a los diputados de la oposición de convertirse en "piqueteros", las fuerzas de seguridad cazaban ciudadanos con ferocidad. Los hechos hablan. Como ocurre con los muertos en el Sur, donde el gobierno fantasea con la existencia de una guerra antiterrorista, las víctimas siempre están del otro lado. El jueves fueron apaleados manifestantes y diputados de la oposición. Y la única piña que se vio volar en el recinto partió de un legislador de Cambiemos. El gobierno intentó atropellar con un proyecto de ley destinado a desarmar una institución de la seguridad social, como es la ley de movilidad jubilatoria. El objetivo es reducir el índice de actualización de haberes que permitió que los magros haberes del sector pasivo se actualizaran entre 2009 y 2017 por encima de la evolución de la inflación del período. Chocó con una oposición unida y se le cayó la careta del diálogo. Volvió al palo y a la amenaza del decretazo. Luego, completó el combo con el manual de la "democracia tutelada". Antes de sacarlo de prepo, le dará al Congreso una "segunda oportunidad" de que vote como el Ejecutivo quiere.