Comprar en menor cantidad, buscar los mejores precios, optar por segundas marcas, elegir outlets y ferias en vez de grandes paseos comerciales, aprovechar promociones y descuentos. Dejar de salir entre semana, pero mantener la escapada del fin de semana, elegir la rotisería al restaurante.
Los rosarinos enfrentan por estos días una misión, sino imposible, al menos difícil: darle batalla a la inflación, para llegar a fin de mes con un sueldo que no creció al mismo ritmo de los precios. El resultado, inevitable, es un importante cambio en hábitos de consumo. Hoy la gente se fija primero en el precio y luego en que la calidad esté acorde.
Del otro lado, entre los empresarios, también hay cambios. Ante el aumento de costos y la baja de ventas, deben ajustarse el cinturón. Cada cual arma su estrategia para mantenerse a flote. El dilema está planteado: se adaptan o pierden clientes.
"La gente compra menos o compra diferente. Muchos habituados a salir a restaurantes ahora van a la rotisería o deciden cocinar en casa. Si antes se consumía determinada marca hoy se busca la segunda. Ya hay cambios de hábitos", sentenció Ricardo Diab, de la Asociación Empresaria de Rosario (AER). "La gente hoy se fija primero en el precio y segundo en si la calidad es acorde. Esa es la variante fundamental", consideró.
El dirigente evaluó que el mayor perjudicado es el asalariado porque la inflación corre por encima de los ajustes de sueldo. "Sumado a cierta incertidumbre de cómo seguirán las cosa en el futuro, se genera una baja de consumo", sostuvo.
Por su parte, cada empresario adecua su poder de oferta e intenta proponer el mejor precio posible, aún resignando margen de ganancia para atraer o mantener al cliente. Si bien las tarjetas seducen con descuentos y promociones, ya no se ofrecen 24 ó 48 cuotas. "En promedio se ofrecen 6 cuotas y no todos los negocios", aclaró.
EL MERCADO INFORMAL. ¿La gente compra más en outlets, ferias o internet atraída por los descuentos y promociones? "En momentos de crisis todo es válido", reconoció Diab, quien admitió preocupación por el traslado hacia la venta informal. "Es un espiral. Los negocios venden menos, se necesita menos personal, los empleados pasan a la informalidad, es un circuito que no se detiene", explicó.
En la misma línea, el presidente de la Cámara de Distribuidores Mayoristas a nivel nacional, el rosarino Alberto Guida, consideró que el escenario se va orientando hacia actitudes de consumo propias de 2001, "pero no de manera tan impactante como en ese momento, cuando el receso fue violento, sí en hábitos y costumbres". La situación está "muy alineada con un contexto de achique pero no con tremenda recesión sino con más cuidado de bolsillo", sostuvo.
Si bien algunos rosarinos han optado por hacer sus compras en negocios mayoristas, con la estrategia de sumarse con familiares o amigos para repartir luego lo comprado, Guida reconoció el fenómeno pero no lo consideró tan relevante como otros. "El negocio de proximidad está creciendo bastante respecto de la demanda contra las grandes superficies porque la gente cuida el bolsillo", planteó.
DAVID vs. GOLIAT. Fuera del gran supermercado ubicado en avenida Pellegrini, exhibido sobre la vidriera, hay un cartel de Precios Ciudados. Muy cerca, otro afiche anuncia descuentos en lácteos. Es más la gente que se detiene a mirar esos anuncios que la que entra a comprar. Y muchos de los que ingresan lo hacen con un folleto de promociones en mano. A unas cuadras de allí, cerca de Tribunales, en una despensa atendida por sus dueños, varios vecinos hacen cola en la caja. La mayoría se lleva unos pocos productos para consumir ese mismo día.
"Los almacenes, autoservicios y supermercados chicos hemos sufrido menos que los grandes supermercados", admitió Juan Milito, del Centro Unión Almaceneros.
A la hora del análisis, hay dos variables a tener en cuenta. Por una parte, la implementación por parte del gobierno nacional de los Precios Cuidados y por el otro, la decisión de la gente de no realizar más grandes compras mensuales.
PRECIOS CIUDADOS. "Los Precios Cuidados logran atenuar un poco la situación. En momentos en los que se siente el efecto inflacionario, la clase media que normalmente no es permeable a determinadas ofertas de negocios de proximidad ahora sí empieza a buscarlas. Toman como referencia los Precios Cuidados de yerba mate, aceite y harina. Esto ayuda porque se descartan algunos precios por exorbitantes", analizó Milito.
Además, "ante una desaceleración en consumo la gente suele empezar a hacer las compras diarias y ya no se piensa en las compras del mes". Razonó que esa forma de pensar del consumidor beneficia a los pequeños comerciantes. Además, remarcó que la gente también evalúa lo que valen las cosas y se da cuenta que negocio de proximidad tiene igual precio o a veces mejor en artículos que los grandes supermercados.
En el rubro alimenticio, Milito consideró que se nota mucho el boom de segundas marcas y que las grandes marcas han debido adaptarse. En caso de empresas de primera línea, se opta muchas veces por achicar envases (de productos de copetín o galletitas, por mencionar dos ejemplos). "Notamos que han achicado el gramaje y tamaño de empaques, pero además han subido precios por otro lado. Es una sumatoria que no beneficia al consumidor", resumió.
Consecuencia positiva de esta situación, sin embargo, es la tendencia de muchos de optar por productos locales o regionales más económicos. "En el caso de panes envasados, el 80 por ciento del mercado en el país es de una empresa de primera línea. Pero en nuestros negocios ofrecemos panes alternativos y la gente los lleva porque salen la mitad", ejemplificó.
MENOS SALIDAS. "Se nota que la gente sale menos. Se siente en particular en los restaurantes más tradicionales y durante los días de semana. El problema es que aunque los fines de semana trabajes bien, no es negocio trabajar solo esos días", razonó Rodrigo Pastor, secretario de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica.
El dirigente aclaró que no se puede generalizar. "La gente joven sale igual, quizá elige alternativas con menos gasto. En vez de cenar en restaurante va a comer pizza o picadas. Quienes tienen familia eligen salir menos. Quizá van al mismo lugar, pero si antes salían dos veces por semana hoy sólo salen una vez", planteó.
Mudarse no es una opción para los empresarios del rubro. Los corredores gastronómicos como Pellegrini, Pichincha y la zona del río atraen cada vez a más gente. "Irse a otro lugar implica perder gente. Aunque se pague menos alquiler no te garantiza que vas a tener igual clientela", evaluó. Por ahora, se mantienen firmes algunas alternativas como las promociones de algunos bancos y tarjetas de descuento de empresas.
¿Cuál es la estrategia de los empresarios gastronómicos? Tan variada como los comportamientos de los clientes. "Cada uno se las rebusca como puede. Muchos hacen ajustes, intentan achicar los gastos por algún lado. Si se pierde un puesto de trabajo no se renueva. La baja de ventas y el aumento de costos plantean un cóctel difícil de manejar, no podés trasladar todo a los precios porque perdés los clientes", concluyó.