Hace unos días que comenzó la primavera y la qué dicen es la estación más linda del año. Quizás sea porqué entre otras cosas, la naturaleza se da la chance del renacimiento. Basta con pasear por nuestras pintorescas avenidas para dar cuenta de ello. Y en economía, ¿se da la misma situación?
Días atrás, el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne nos hizo saber que Argentina crecería los próximos 20 años de forma ininterrumpida. ¡Vaya optimismo! Es una excelente expresión de deseo que de cumplirse beneficiaría a todos.
Mi inquietud y seguramente de quienes leemos economía, es si estamos o no preparados para hacer lo qué hay qué hacer y si cómo sociedad estamos dispuestos a dejar un poco de lado discusiones estériles y los debates demagógicos para echarle manos a la obra y construir un futuro para nuestros hijos.
Elegí solo tres ruedas (hay muchas más) sobre las cuales gira nuestra realidad cómo economía. Temas centrales que explican parte del presente y un camino a resolver de cara al futuro.
1) La primera rueda es las relaciones con el mundo.
Argentina optó por definición cerrarse al mundo económico. Desde 1930, salvo algunos períodos de "relaciones carnales", pasamos de tener una economía con exportaciones que representaban 70 puntos del PBI (1930) a solo 10 puntos del PBI en la actualidad. El mundo que está en la vanguardia del crecimiento medido en términos de PBI/cápita (Francia, Alemania, EEUU) optaron por el camino diametralmente opuesto (globalización, estabilidad y liberalización económica) y su PBI per cápita mas que triplica nuestros valores.
Ese tridente de medidas fueron adoptadas por nuestro país en sus orígenes y posicionaron a la Argentina entre las primeras 5 economías más prosperas del mundo, la que fuera un polo de atracción para los inmigrantes y las inversiones extranjera. Podés o no estar de acuerdo, la realidad de los números limita la discusión. "Irse del mundo" cuesta una definición, volver, décadas de coherencia y altos costos que pagar.
2) La segunda rueda es la del gasto. Desde 1961 a hoy, y al igual que en la rueda anterior, salvo algunos pocos años (2004-2009), fue una definición bíblica por populismo, incapacidad, corrupción o clientelismo (caro para sus contribuyentes) que adoptamos una conducta tan nociva cómo perversa de vivir por sobre nuestras posibilidades. Digo déficit fiscal (ingresos - egresos del Estado). El gasto público argentino supera los 42 puntos del PBI (similares a países como España o Reino Unido) con un PBI per cápita algo superior a u$s 14.200 vs. u$s 27.000 y u$s 37.800 respectivamente. ¿Algo hay qué cambiar no?
Después la discusión dé cómo financiarlo o cual es la mejor alternativa (la maquinita o la deuda externa) es inútil si de lo que se trata es de un desequilibrio permanente e histórico y no una cuestión temporal. Los argentinos somos especialistas en discutir las consecuencias y no le ponemos el mismo énfasis cuando de causas se trata. Está claro que el costo político y social a nadie le gusta cargarlo. Las decisiones de fondo deben tomarse y los esfuerzos deben ser asumidos entre todos y no sólo como siempre por parte de los contribuyentes.
3) La tercera rueda es la recaudación.
Cabe destacar que el Estado no es deficitario por una baja recaudación (sin contar los evasores consagrados por opción y los marginales qué ni registrados están). Las bases más importantes de recaudación son: el trabajo, el consumo y el comercio exterior. Tres ejes sobre los que de estimularlos y no penalizarlos con las cargas más altas del mundo, estaríamos potenciando los engranajes que en algún momento nos posicionaron a la vanguardia económica mundial.
Nuestro déficit fiscal ronda los 7 puntos del PBI (un número insostenible hoy, mucho menos en el futuro). La presión fiscal (o sea cuánto te lleva el Estado por ser un contribuyente) ronda los 32 puntos del PBI cuando en América latina es 22,8% y los países desarrollados (Ocde) 34,3. Suele decirse que tenemos impuestos del primer mundo y servicios del tercero.
Quedan muchos temas sin tratar y puntos de vistas seguramente antagónicos, así es la economía. Lo que es evidente y los números nos lo hacen saber, que crecer por 20 años de forma consecutiva requiere irremediablemente sacar estas ruedas del empantanado fango que estamos hace tiempo ya.
Así como la naturaleza se renueva con cada estación, las expectativas de un futuro alineado con aquellas definiciones que hicieron de argentina una gran economía, tomen nuevamente el impulso dinámico que el optimismo genera.
¡Feliz primavera!