El fallo de los tribunales de Londres ordenando pagar a acreedores de Argentina con bonos bajo legislación europea refuerza la posición del gobierno nacional en la disputa abierta por los fondos buitre y el juez neoyorquino Thomas Griesa, arietes del demencial ataque especulativo que sufrió la economía local en 2014.
En este verano de tensa calma financiera, la realidad se impuso a las expectativas. Una vez más, la gestión política asoma la cabeza por sobre una marejada de pronósticos hechos de algunos vaticinios y muchas maldiciones.
Las cotizaciones del dólar y las mediciones de inflación, centro de las operaciones políticas y analistas de hace un año atrás, exhiben una situación muy distante con la de aquel momento. No se trata de caer en fantasías oficialistas ni despreciar la complejidad del contexto. Sí de recordar que estas dos variables, y no otras, eran las que se exponían en ese momento desde la doxa de la city financiera como pasaporte al infierno tan esperado. Un simple googleo permite repasar los dichos, análisis y especulaciones de aquella época.
Hoy, como en 2013, vuelven a poner sobre la mesa la discusión de la competitividad y el tipo de cambio. Omite este análisis que la gran devaluación de 2014 sólo fue aprovechada para retener mercadería y subir precios.
Lejos del 4,4 por ciento que las políticas económicas, la especulación empresaria y la psicosis de expectativas alimentaron como pauta inflacionaria hace un año atrás, las mediciones más pesimistas cantan hoy índices de precios que están a la mitad de esa cifra. Y las más serias, como las del estudio Bein y la consultora Elypsis, ven la evolución de los precios en la primera parte incluso por debajo de ese nivel. Están llevando las previsiones anuales del rango del 32 por ciento/34 por ciento al 26/28 por ciento. Una inflación de dos dígitos y la restricción de actividad económica a la que se apeló para moderarla no son situaciones festejables pero muestran un margen distinto de maniobra para la economía en 2015.
Desde el propio gobierno provincial se alertó, en el marco de la discusión paritaria, que la desaceleración inflacionaria modificaba los términos de la negociación salarial, así como de las perspectivas de recaudación. Dicho sea de paso, el costo de vida exhibió durante enero en la región un fuerte componente local, por los aumentos de impuestos tasas y tarifas vinculados a los Estados provincial y municipal.
La paritaria de los empleados públicos provinciales, que el año se reveló como la de estrategia más acertada (al concentrar la aplicación del grueso los incrementos porcentuales en un período corto y temprano que coincidió con el de mayor presión inflacionaria), será seguramente una referencia para las negociaciones de los privados en el segundo trimestre. En esta previa, la discusión convive con algunas negociaciones de acuerdos puentes, anticipos de sumas fijas, en los grandes gremios.
Tras el fuerte ajuste salarial de 2014, los sindicatos que representan a los trabajadores formales (el resto está peleando contra el ajuste y la precarización del mercado laboral) buscarán recuperar algo de los perdido. Y en esa búsqueda, inyectarán algo de liquidez al alicaído mercad interno.
El número final de esa recomposición estará determinado fundamentalmente por las expectativas que los actores pongan en juego respecto del nivel de actividad para el año.
Es interesante en este punto revisar las proyecciones de Miguel Bein, el economista de la city que mejor analizó los escenarios económicos desde la posconvertibilidad y que este año es un actor particularmente activo en la agenda de discusión ya que es uno de los referentes económicos de Daniel Scioli.
Dice Bein que espera un crecimiento de 1,5 por ciento para la economía nacional, desde la caída de 1,4 por ciento del año anterior. También una moderación inflacionaria, un dólar devaluándose a menor ritmo y una mejora de los ingresos reales. Exageradamente, sin lugar a dudas, algunos de sus colegas tomaron su análisis como la descripción de un "plan salariazo" del gobierno.
En su último informe, Bein resalta la "calma financiera alcanzada" a partir de las "cantimploras" de dólares que usó en los últimos meses para sostener las reservas, como las licitaciones de bandas telefónicas y el swap con China.
También describe que "el uso del freno cambiario empieza a convalidar una mejora en los ingresos reales", con aumentos de la demanda que "serán más evidentes tras las paritarias y el anunciado aumento del gasto social".
Aclara que "esta estrategia vuelve a chocar con la restricción de la oferta", por la falta de dólares, la administración de importaciones y al propia retracción de inversiones por parte de los empresarios más especulativos. El camino de corto plazo para aflojar esta restricción, sostiene, son operaciones de endeudamiento como las de YPF, las del gobierno porteño (similar tasa) o colocaciones que, con sus costos, hoy encuentran interés en el mercado. Incluso, más allá del conflicto con los buitres. El economista espera emisiones de distinto tipo por 8 mi millones de dólares en 2015.
Sus cálculos los llevan a un pronóstico de crecimiento moderado de la actividad, una tasa de inflación del 25 por ciento, una devaluación del 15 por ciento y aumentos salariales en paritaria del 32/33 por ciento. La contracara, un déficit fiscal que superará el 4,5 por ciento del PBI.
Bein asocia estas previsiones a un plan cuyo norte es llegar con bolsillos medianamente saludables a las elecciones. Coincide en eso con muchos de sus colegas, empresarios y hombres de negocios en atribuir una eventual mejoría a las expectativas de cambio de gobierno. Una tesis que no tiene por ahora más base "científica", que un discurso voluntarista, y que da un giro sugestivo en la visión tradicional de estos economistas sobre los procesos electorales, a los que asociaban con el "ruido político". Esta pirueta analítica releva a más de uno de sospechar siquiera que en algún momento deba pensar en reconocer que "los imberbes sin corbata" a los que tanto se ridiculizó hayan mostrado alguna mínima pericia para pilotear la crisis más dura de la posconvertibilidad. Igual, por las dudas, pasaron la pelota a la corporación judicial.