La Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa) expresó ayer la “preocupación” de la industria automotriz local por el conflicto comercial con Brasil, desatado después que ese país respondiera a medidas proteccionistas implementadas desde Buenos Aires con la suspensión de las importaciones de autos fabricados en Argentina.
Aníbal Borderes, presidente de esa entidad, señaló en un comunicado que las medidas decididas por la administración de Dilma Roussef —quien ayer aseguró que el fortalecimiento de las exportaciones brasileñas es una prioridad para su gobierno y que lucharán contra las “burocracias” de otros países— “en principio plantean dudas sobre la marcha del Mercosur, que ha demostrado ser un instrumento válido para el crecimiento y desarrollo de los países de la región”.
Borderes alertó sobre los efectos que la escalada de tensiones puede tener en la producción y el empleo, tras lo cual recordó que el 60% de los autos que se producen en Argentina tienen como destino el mercado externo, y un 80% de ello se dirige al mercado brasileño, lo que determina que el 50% del total del intercambio comercial con el país vecino está constituido por automotores.
A nivel local, el secretario general de Smata Rosario (mecánicos automotores), Marcelo Barros, aseguró que están preocupados por la situación y que ya iniciaron un diálogo con General Motors para seguir de cerca posibles consecuencias de las medidas restrictivas tomadas por Brasil. Al punto que hoy buscarán hablar con la ministra Débora Giorgi en su visita a Rosario.
Desde Brasil, el ministro de Industria de esa nación, Francisco Pimentel, aseguró que la medida que interrumpió la entrada de vehículos no apunta específicamente contra Argentina porque es “general”, y que su objetivo es equilibrar los números de un sector que aparece como deficitario.
Ante esto, su par local, Débora Giorgi, recordó el déficit estructural del comercio bilateral entre los dos países, y enumeró la cantidad de productos argentinos —como vinos, aceite de oliva o medicamentos— que sufren de medidas paraarancelarias por parte de Brasil.
Hasta ahora, ninguno de los dos gobiernos parece dispuesto a ceder en sus posiciones, ya que desde las dos capitales se sostiene que las medidas implementadas durante las últimas semanas están permitidas por la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Déficit. Desde Argentina, la visión es completamente diferente a la expuesta por Pimentel. Según un informe elaborado por la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes (Afac), las importaciones de autopartes provenientes de Brasil registraron un importante salto durante el 2010, al cerrar el año con un défict de 2.666 millones de dólares en comercio sectorial bilateral.
Según esa entidad, persisten “restricciones de carácter estructural” que hacen que, por cada vehículo adicional producido en el país, “se genere un incremento en las importaciones de autopartes que agrava el rojo comercial del sector”. De este modo, la producción de 716.540 vehículos en 2010 dio lugar a un déficit de la balanza comercial en el sector autopartista de 6.309 millones de dólares, es decir, 76,8% más que en 2009.
El fuerte incremento de las importaciones superó con amplitud al de las exportaciones, y provocó un desequilibrio particularmente notorio en el intercambio sectorial con Brasil, que ascendió a 2.666 millones de dólares en 2010. La disparidad comercial del sector de autopartes con el socio del Mercosur explicaba el 38,5% del déficit total del sector en 2009, pero se elevó a 42,2% en 2010.
Responsabilidad local. Pero los autopartistas no sólo encontraron culpables del otro lado de la frontera, ya que según aseguraron parte del desequilibrio en sus cuentas externas que atraviesa el sector se debe a que las terminales locales sacan nuevos modelos sin desarrollar proveedores.