Los economistas David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens recibieron el premio Nobel de Economía. Así lo anunció ayer la Real Academia Sueca de Ciencias, que reconoció de esa manera sus investigaciones pioneras en el impacto del salario mínimo, la inmigración y la educación en el mercado laboral; y la creación de un marco científico para sacar conclusiones a partir de los “experimentos naturales”.
El anadiense David Card, que trabaja en la Universidad de California en Berkeley, recibió la mitad del premio. La otra mitad la comparten Joshua Angrist, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, y Guido Imbens, nacido en Holanda, que trabaja en la Universidad de Stanford. Los tres, indicó la Academia, “transformaron por completo la labor empírica en las ciencias económicas”.
Peter Fredriksson, presidente del Comité de Ciencias Económicas, explicó que los estudios de Card sobre cuestiones cruciales para la sociedad y las contribuciones metodológicas de Angrist e Imbens mostraron que “los experimentos naturales son una rica fuente de conocimiento”.
Card fue reconocido a partir de sus investigaciones sobre el impacto del salario mínimo, la inmigración y la educación en el mercado de trabajo. Sus investigaciones realizadas en el mercado laboral gastronómico de Nueva Jersey a principios de los noventa “desafiaron las ideas establecidas” al demostrar, entre otras cosas, que los aumentos en el mínimo salarial “no tienen por qué conducir necesariamente a la destrucción de empleo”, como se pensaba hasta entonces.
Ese trabajo, escrito junto con el fallecido Alan Krueger, es de estricta actualidad y forma parte de la munición argumental de quienes defienden mayores subas del piso salarial.
El economista también estudió en los ochenta otro tema urticante: los efectos de la inmigración cubana en la Florida. Concluyó que los sueldos de los nacidos en un determinado país no sólo no tienen por qué disminuir tras la llegada de migrantes sino que pueden incluso aumentar. En cambio, sí puede experimentar una reducción la retribución de los inmigrantes que llegaron primero. Card también realizó estudios que confirmaron la importancia de “los recursos volcados en las escuelas” para “el futuro éxito de los estudiantes en el mercado laboral”.
Ahora bien, analizar científicamente cómo afecta la inmigración a los salarios y los niveles de empleo, o cómo una mayor educación puede afectar al sueldo futuro de una persona, es difícil. A diferencia de en otras disciplinas, como la medicina, los investigadores en economía no pueden llevar a cabo ensayos clínicos controlados y se ven obligados a optar por otros métodos para llevar a cabo sus investigaciones.
Ahí aparecen los “experimentos naturales”, que se valen de situaciones de la vida real para estudiar impactos en diferentes variables. Según el presidente del Comité de los Nobel, los galardonados demostraron que es posible responder “usando experimentos naturales, en los que varios grupos de personas reciben un trato diferente”.
En este sentido, Angrist e Imbens obtuvieron la mitad de su premio por resolver los detalles metodológicos que permiten a los economistas sacar conclusiones sólidas sobre causa y efecto cuando no pueden hacer estudios de acuerdo a estrictos métodos científicos.
El trabajo de los galardonados revolucionó la investigación empírica en las ciencias sociales y “mejoró significativamente la capacidad para responder preguntas de gran importancia para todos nosotros”.