Mientras el mapa política partidario todavía define sus contornos, las organizaciones del movimiento obrero, actoras relevantes de estos años de gestión macrista, exploran los caminos de la unidad. El momento es particular, en el contexto de una crisis histórica y a las puertas de una definición electoral clave para la continuidad o el cambio del actual ciclo económico. También juegan las efemérides y la memoria, toda vez que se cumplen 50 años de los “azos” del 69, como los de Rosario y Córdoba.
Cómo expresar organizativamente la unidad de acción en la calle fue uno de los desafíos que se puso en debate sobre el cierre de la nueva edición del encuentro regional de ciencias sociales y sindicalismo, que organizan anualmente Núcleo de Estudios del trabajo y la Conflictividad Social (NET) y el Taller de Estudios Laborales. Allí convergieron dirigentes del Movimiento Sindical Rosarino, la CTA Autónoma y la CTA de los Trabajadores. El desafío de la unidad de trabajadores y trabajadoras se puso sobre la mesa.╠
“Hoy más que nunca el gran desafío del movimiento obrero es la unidad”, subrayó el secretario de Cultura de la Asociación Bancaria a nivel nacional, Matías Layús, quien recordó que “en las peores épocas para los trabajadores también nacieron los grandes dirigentes”. El recuerdo de los rosariazos de mayo y septiembre, con la convergencia en la calle de distintas corrientes sindicales, articuladas con distintos sectores sociales, anudan historias de “coherencia y convicción” que interpelan al sindicalismo actual.╠
“En 1968, cuando se crea la CGT de los Argentinos, se produce un quiebre en la filosofía del movimiento obrero, en aquel momento, por ejemplo, La Bancaria a nivel nacional se fue con la conducción oficialista pero la seccional local fue fundadora de la CGT de los Argentinos que en Rosario condujo Héctor Quagliaro”, recordó.╠
También recordó la lucha unitaria del MTA, la CTA y la CCC durante los 90, en la pelea contra el modelo económico menemista.╠Una movilización multisectorial que convirtió a Rosario en la capital nacional del paro.
“La falta de unidad no es un problema de los trabajadores sino de los dirigentes”, subrayó Alberto Botto, titular del sindicato de Luz y Fuerza de Rosario, para quien el horizonte que interpela a la unidad del movimiento es octubre.
La elección nacional, dijo, es una “oportunidad histórica” para cambiar la política económica o abrirle la puerta a una profundización del programa que lleva adelante el gobierno nacional, que es “el del mega ajuste, la esclavitud moderna y el ataque a la representación de los trabajadores”.╠
Para Victorio Paulón, secretario de Derechos Humanos de la CTA-T a nivel nacional, el movimiento obrero se mostró históricamente como “el único sujeto capaz de articular una resistencia contra los modelos de precarización y empobrecimiento”.
Esto se verificó en las luchas de 1969, en la resistencia contra la última dictadura militar y en estos años, cuando ocupó la calle en la disputa contra un gobierno “descarnado”, ya que es ocupado por “grandes empresarios que gobiernan sin intermediarios”.
“Si algo caracteriza a la Argentina es la presencia de un movimiento obrero rebelde e insumiso, que además es un sujeto activo de la vida política”, enfatizó.
El histórico dirigente metalúrgico de Villa Constitución se internó en el pasado más reciente de las organizaciones sindicales. Aquel en el que, citó como ejemplo, se produjo un cambio drástico en las conducciones de dos gremios nacionales emblemáticos, como bancarios y Luz y Fuerza. “A partir de intensos procesos internos, dejaron atrás las experiencias de Zanola y Lescano y se convirtieron en vanguardia de la lucha en defensa de los derechos de los trabajadores”.
En ese punto hizo hincapié en el “trasvasamiento generacional” al que asiste el movimiento obrero. “Hoy más del 60% de los trabajadores activos ingresaron al mundo del trabajo después de que asumió Néstor Kirchner, y más del 70% de los dirigentes sindicales son del siglo pasado, cuando los dirigentes que hicieron los Rosariazos y el Cordobazo no llegaban a los 50 años”.
Se mostró esperanzado, al respecto, con la nueva generación de dirigentes que “al principio les tocó vivir la fácil, cuando todos los años el convenio colectivo le ganaba a la inflación, cuando cada tanto se recuperaba algún derecho y cuando el empleo crecía”, subrayó.
Pero que fueron puestos a prueba cuando el gobierno de Mauricio Macri los puso en autos de que “lo que tenían asumido como natural era producto de una lucha”. Así, conocieron “la derrota, la represión y el despido”, y el resultado fue que “crecieron en organización, capacidad de resistencia y lucha”.
En ese recorrido, llamó a reconocer, en una época oscura, los triunfos que permiten seguir. Mencionó el caso de los maestros de Buenos Aires, que aguantaron dos años de presión sin firmar una paritaria a la baja, o los trabajadores de astilleros Río Santiago, que evitaron su cierre.
“Los derechos no se piden, se exigen y por ellos se lucha”, recordó Ariel Rodríguez, de la CTA Autónoma, dirigente de los supervisores de la industria del cuero, que habló en representación de la CTA-Autónoma, y también se pronunció a favor de la unidad.
Alberto Botto, titular de Luz y Fuerza y del MSR, es uno de los protagonistas del recambio generacional. Recordó las luchas de su gremio y otros sindicatos como los bancarios en los 90, contra las privatizaciones y los recortes salariales en la provincia, experiencias que marcaron caminos de unidad en la calle.
“Por eso no nos preocupa tanto cuando en los paros se realizan en Rosario dos o más movilizaciones en rechazo al modelo económico, sería dramático si hubiera una que lo apoyara”, concluyó el dirigente.
Durante el acto se rindió homenaje a los dirigentes fallecidos Héctor Quagliaro, Juan Nucci y Aldo Strada.