Mefro Wheels y Rioro, dos talleres metalúrgicos parados desde el año pasado, dos "monstruos dormidos", como les llaman sus ex empleados, aguardan con sus máquinas intactas para volver a hacer ruido. Importaciones, tarifazos, desmanejos, especulaciones, oportunismo y falta de voluntad política forman parte de la lista de causas por las que cerraron y dejaron en la calle a más de 150 trabajadores con años de antigüedad, hoy condenados a vivir de changas. Los desplazaron, pero no se desvincularon: siguen peleando para reactivar los motores.
Miguel Valentino, uno de los delegados más sonantes de la fábrica de llantas de acero de capitales alemanes que dejó de producir en septiembre pasado, recordó que la pelea por el salvataje de la planta de Ovidio Lagos al 4400 fue "muy pacífica, dolorosa y desgastante. Se apuntó a eso: el conflicto arrancó en diciembre de 2016 y recién en mayo de 2017 nos mandaron los telegramas de despidos. El desgaste mata y prueba de ello es que uno de nuestros compañeros se suicidó. La situación te lleva a eso. Tenés más de 50 años y se hace difícil volver a trabajar".
La raíz de todos los males fue "el oportunismo. Se aprovechó la situación del país con un gobierno débil que permite que entren las importaciones, deja que las terminales hagan su trabajo y en vez de comprar en el mercado interno nacional eligen comprar en el externo. Como delegado junto a otros dos compañeros que estábamos al frente de la lucha, podemos decir que la fábrica continuaba recibiendo permanentemente cartas de las terminales pidiéndonos que continuáramos con el trabajo y cumpliéramos con lo establecido".
"¿Cómo un monstruo como Mefro, que tiene 350 metros de largo por 150 de ancho, puede estar parado, siendo que por su tecnología está en condiciones no sólo de hacer llantas sino otras cosas?", indagó y respondió: "Está parado por culpa política. Nunca tuvimos respaldo de Nación, que prometió ayudar no fue verdad".
Nadie se atreve a declarar la defunción de la fábrica. Ex trabajadores junto a la Unión Obrera Metalúrgica siguen tratando de conseguir inversores, "pero necesitamos apoyo de nación y provincia", enfatizó Valentino.
"Lo peor que nos está pasando a los trabajadores es este gobierno. Nos está destruyendo. Después de 34 años de trabajo estoy perdiendo la dignidad porque no consigo. Toda mi vida fui ferroviario y también me he dado la posibilidad de manejar distintas locomotoras, camiones, traffic que estaban dentro del taller que también hacía. Saqué el registro profesional y sin embargo no consigo. Una persona a los 45 es viejo para trabajar y es joven para jubilarse", dijo Fabián Lafont, ex empleado de los talleres ferroviarios Rioro, en Pérez, que cerraron hace un año.
"El 4 de agosto hizo un año que dejamos de percibir los salarios. Es tremendo no poder cobrar un sueldo, un aguinaldo, levantarse a la mañana y no saber qué hacer. Yo era supervisor, me lavantaba y ya programaba mi trabajo, ya sabía qué había que hacer y darle sus tareas a los muchachos. Se sentía bien. Y ahora me pasa todo lo contrario. Me levanto y no sé que hacer. Busco trabajo todos los días y no lo encuentro y este gobierno nos cierra las posibilidades todos los días. Uno está triste, amargado y no ve futuro", agregó.
Lafont integra una comisión multisectorial que trabaja para lograr la expropiación de la planta, y reabrir los talleres de la mano de un proyecto legislativo que impulsan los diputados Verónica Benas, Luis Rubeo y Carlos del Frade, pero que está estancado desde hace varios meses en la comisión de presupuesto de la Cámara baja provincial.
La ex Rioro y las 25 hectáreas en las que está emplazada pertenecen al empresario Gabriel Romero del Grupo Emepa, dueño de Hidrovías y de Ferrovías, hoy implicado en la mentada causa de "los cuadernos de las coimas K", por lo que "tenemos esperanzas de que prospere nuestra iniciativa, porque corre el riesgo de que le quiten todo lo que ha 'comprado' ilegalmente. Los talleres todavía están óptimos para producir de nuevo porque las máquinas están allí y en buen estado, pero a lo que está apostando es a que se deterioren y así tener una excusa para vaciarlos".
Es que "hay intereses creados que responden a un emprendimiento inmobiliario: un gran loteo para formar un country privado. Nosotros sólo pedimos 8 hectáreas, con el resto que hagan lo que quieran. Lo bueno sería que el gobernador Miguel Lifschitz nos dé la posibilidad, nos apoye", remarcó.
Los despedidos de Rioro "tenemos fuerza todavía para seguir luchándola y abrir el taller. Este proyecto nos da fuerza para no decaer y no deprimirnos. Luchar hasta lo último con los políticos que nos están ayudando y contra los políticos que no quieren abrir fuentes de trabajo y hacer inversiones sólo para sus bolsillos", concluyó.