En el último viernes se conocieron tres malas noticias para los mercados: bajó el índice de confianza del consumidor estadounidense, el euro mostró un fuerte retroceso y se revaluó el dólar y la inflación oficial en Argentina fue sólo del 0,9%.
En el último viernes se conocieron tres malas noticias para los mercados: bajó el índice de confianza del consumidor estadounidense, el euro mostró un fuerte retroceso y se revaluó el dólar y la inflación oficial en Argentina fue sólo del 0,9%.
El retroceso en la confianza de los consumidores de EEUU acrecientan las posibilidades de un crecimiento negativo de la principal economía del mundo, ya que enero es un mes de fuertes compras en el hemisferio Norte y sin embargo las caídas de las ventas fueron más que significativas.
En tanto, el fortalecimiento del dólar frente al euro, que el viernes golpeó a los precios de muchos productos primarios, enciende una luz amarilla sobre el precio de la soja, la balanza comercial y el resultado fiscal de la Argentina.
Estos factores sumados a una subestimación de la inflación local presenta un escenario ambivalente. Por un lado, en el exterior la tasa seguirá baja por mucho tiempo, ya que la crisis del mercado de crédito en Estados Unidos no se solucionará a corto plazo y, por el otro lado, una posible reevaluación del dólar pone bajo amenaza la cotización de la soja, principal puntal del plan económico del gobierno.
Durante este fin de semana se reúne el grupo de los siete países (G7) más industrializados (Japón, Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Italia, Francia y Alemania). Cómo llegan estos países a este encuentro: Japón con problemas económicos pero con una tasa sustancialmente baja y sin poder disminuirla a corto plazo; Estados Unidos con una tasa en el 3% anual, que de seguir la crisis podría descender al 2,5% en el primer trimestre del año; Inglaterra termina de bajar la tasa al 5% anual y la tendencia sería declinante con un objetivo en el 4,25% anual para el primer semestre; Europa con la tasa de corto plazo en el 4% anual y el ente rector bancario temiendo por la inflación, que más temprano que tarde procederá a bajar ante las presiones de desaceleración en la actividad económica.
El costo político
Al mirar al mundo desarrollado se observa que el costo político de una desaceleración económica es más alto que el de soportar un índice de inflación elevado. Por ello, los bancos centrales se aprestan a reducir los tipos de interés, soslayar las presiones inflacionarias y apuntalar los sistemas financieros, que en muchos países atraviesan una delicada situación económica producto de haber incurrido en fuertes pérdidas y están a la espera de una capitalización que les permita recuperar la capacidad de otorgar crédito a la economía.
En el mercado mundial se observa cómo los inversores encuentran poco atractivas las inversiones de renta fija que en el área dólar apenas rentan entre el 2% y 4% anual dependiendo del plazo de colocación.
En los últimos cinco años el mundo creció a tasas excepcionales producto de la ingeniería en el endeudamiento de bancos y empresas. Hoy las heridas en este sector son muy profundas, por lo cual se está a las puertas de un mundo que se encamina a trabajar con más capital propio y menos apalancamiento. Esto seguramente redundará en un crecimiento más moderado a futuro, pero probablemente mucho más sólido y firme que la expansión del último quinquenio.
Con una desaceleración en el crecimiento a corto plazo y con perspectivas de aumento más amarretas a futuro, no se puede esperar subas en los valores de los activos a corto y mediano plazo. Más bien, se observará que las Bolsas en el mundo mostrarán un ajuste en precios interesante (cercano al 10%) en el primer semestre del año, para recuperar posiciones hacia fines de 2008.
Otro tema a dilucidar es lo que puede ocurrir con el mercado de materias primas, parecería en este caso que en el primer semestre del año los buenos precios están asegurados, pero en el segundo semestre de consolidarse la salida de la crisis en Estados Unidos la fortaleza del dólar puede derrumbar los precios de todos los productos primarios, incluido el petróleo, el oro y la soja.
En Argentina la coyuntura es muy favorable. El Banco Central ya cuenta con reservas por encima de los 48.000 millones de dólares, la base monetaria supera los 100.000 millones de pesos y los depósitos a plazo fijo crecen al igual que los préstamos al sector privado. Todo esto hace pensar que en el primer semestre del año hay que apostar al peso tratando de maximizar ganancias.
Las mejores opciones
Las colocaciones a plazo fijo, la compra de cheques de pago diferido y los fideicomisos ya se ubican en tasas razonables. Ahora no queda otra que arriesgar e invertir en bonos en pesos ajustados por inflación como es el caso del Bogar 2018, Bonte 2014 o Bono con Descuento del canje de la deuda.
En materia de acciones todo seguirá igual hasta el 15 de febrero, fecha en que vence el mercado de futuros y opciones. Pero pasada esa fecha puede darse una suba significativa en el índice Merval, aunque mucho también dependerá de lo que ocurra en el exterior. De todas formas, existe un optimismo en que el crecimiento en precios puede ser muy importante en la segunda parte de febrero como en marzo.
Los bancos muestran excelentes perspectivas, principalmente Banco Macro, por su gran posicionamiento en el mercado interno, y Grupo Financiero Galicia, por estar próximo a un cambio de imagen que le permitirá seguir ganando mercado.
Increíble pero real, mientras en el mundo los banqueros no pueden dormir, en Argentina son los bancos los que mejores perspectivas tienen en el contexto doméstico.
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