Luego de sostener por unos meses el torniquete monetario acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el gobierno de Mauricio Macri se despidió con un festival de emisión de pesos. Hasta el 9 de diciembre, la base monetaria se expandió en $ 255 mil millones, según el cálculo que realizo el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf). La reactivación de la maquinita se concentró en los últimos cuatro meses del año.
La emisión a través de giros de utilidades y adelantos transitorios del Banco Central al Tesoro saltó en poco tiempo del 0,2% del PBI al 1,8% del PBI, hasta ubicarse en el promedio de los últimos años previos. Según el estudio, entre 2010 y 2017, el promedio de emisión por asistencia directa al BCRA fue de 2% del PBI.
Pero en el medio, el gobierno de Macri había experimentado con un programa de emisión cero, orientado a frenar la inflación descontrolado. Un objetivo que no se cumplió. En octubre de 2018, en el marco de la crisis de la deuda y de la segunda gran corrida cambiaria de aquel año, el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, anunció el régimen de control de agregados monetarios, que sólo preveía ajustes estacionales en la base monetaria, en diciembre y marzo. El programa acompañó la segunda versión del acuerdo de salvataje financiero con el Fondo Monetario Internacional.
El Iaraf recuerda que hasta septiembre de 2019, la base monetaria se mantuvo relativamente constante punta a punta, arrojando un crecimiento interanual de 5,6%.
Pero ya los pesos se movían. En el segundo semestre de 2019, la caída de la recaudación por la recesión, con los mercados internacionales cerrados, empujó al gobierno a acudir al BCRA para cubrir vencimientos de deuda.
Así, la emisión por operaciones con el Tesoro nacional comienza a jugar un rol clave en la segunda mitad del año. A diciembre de 2019, el BCRA distribuyó $ 204.245 millones por utilidades y 190.000 millones por adelantos transitorios. Los economistas del Iaraf descontaron la porción de esa emisión que fue contrarrestada por las ventas del dólares del Tesoro, a través de las cuales se absorbieron pesos. El neto emitido fue de $ 266 mil millones.
“Teniendo en cuenta que le déficit fiscal de diciembre será de $ 200 mil millones, un 0,9% del PBI, si se considera como única fuente de financiamiento la emisión monetaria, esta terminaría en 2,5% del PBI, un ratio similar a los años 2012, 2013 y 2015”, señaló el estudio.
Si este fuera el caso, la emisión para financiar al Tesoro llegaría a $ 550.000 millones en el año, de los cuales $ 350 mil millones corresponderían a los últimos meses del año. En el cálculo no incluyen pagos de servicios de deuda como emisión.
Como ya lo señaló el Iaraf en informes anteriores, el gobierno saliente presentó al mes de noviembre un superávit fiscal primario, sin contar el pago de deuda, de 0,1% del PBI. Pero este resultado se obtuvo a partir de adelantar ingresos, reforzados con privatizaciones y transferencias del BCRA y de la Ansés, y compensar la caída de la recaudación. Y, por otro lado, patear gastos para diciembre, un mes estacionalmente expansivo por las obligaciones salariales y distintos vencimientos del sector público. De ese modo, como indica el estudio, la particularidad de 2019 es que todo el déficit del año, unos $ 200 mil millones se acumulará en el último mes.
El nuevo gobierno nacional descartó una intención de apelar a la emisión de pesos descontrolada para financiar déficits y cumplir con su programa económica. Más bien, la ley de solidaridad y reactivación económica que aprobó el Congreso apunta a recomponer las cuentas fiscales, con aumentos de impuestos a los contribuyentes de mayor capacidad económica y redistribuyendo erogaciones dentro uno de los rubros más grandes del gasto público (el segundo luego de la deuda pública), como es el sistema previsional.